Hoy vengo a contaros la historia de una amiga mía. Ella lleva unos 7 años con su pareja, se podría decir que son una pareja estable, si no fuera porque cada poco tiempo aparece en mi casa llorando, diciendo que su novio la ha dejado. Y así una y otra vez, con todo el drama, con todo el dolor y toda la incertidumbre y, cada vez que ella empezaba a recomponerse, él volvía llorando, pidiendo disculpas, diciendo que estaba equivocado, que ella será la madre de sus hijos y la mujer de su vida…
Pero ahora que ella ya conoce la dinámica, ha cambiado y ella en vez de intentar superarlo, se queda ansiosa mirando el teléfono, esperando un mensaje de reconciliación y, cuando se cansa de esperar, decide tomar la iniciativa. Él se agobia, se estresa y empieza a colgar fotos de marcha con otras chicas para marcar distancia y hacerle ver que esta vez es definitivo, pero ella llora y suplica, él accede a verse y entonces se da cuenta de cuanto la quiere y vuelven… Un par de meses más, con suerte.
El ”problema” que él tiene es que, cada día que él piensa en ella y no siente mariposas en el estómago, que no es ella su primer pensamiento al despertar, que no está deseando verla o que tiene algún sueño absurdo sobre su futuro en el que ella no ocupa un papel protagonista, ya está, es porque ya no la quiere, no está enamorado y seguir juntos es una pérdida de tiempo para ambos. Tanto ella como varios amigos de él le han explicado en mil ocasiones que eso es lo normal, que las mariposas no duran eternamente, que las relaciones evolucionan y eso no es malo, que simplemente maduran igual que las personas, que sería insano sentir eso todo el tiempo… Él parece entenderlo, pero a la mínima duda que surge de nuevo, aparece de nuevo en casa de su novia con cara de no haber roto un plato en la vida. Aunque eso era más bien al principio, ahora directamente llega y le dice algo como “Tu ya sabes lo que hay, yo no puedo seguir obligándome a quererte, si es que podría querer a cualquiera como te quiero a ti, es solamente costumbre, ayer me mandaste un mensaje muy bonito de buenas noches y no sentí nada, te contesté de forma automática que te quería, no estaba sintiendo un amor real en ese momento. Lo hago por ti, para que no pierdas el tiempo.”
Os hacéis una idea de los consejos que ha recibido siempre de sus amigas, los obvios, que lo deje, que no lo llame más, que la siguiente vez sea la última… Y ella les da la razón, se indigna con ellas, se viene arriba y promete olvidarlo, pero cuando se queda sola lo echa de menos, probablemente no a él si no la idea preconcebida de cómo sería él si no le hiciese todo aquello, entonces cede y vuelve, con el consiguiente distanciamiento de sus amigas, que tanto han criticado al hombre que ama… Como es lógico ya ha perdido varias amistades en el camino que se han cansado de verse involucradas en esa extraña relación.
Yo, por mi parte, en cada ruptura estoy ahí si lo necesita, la escucho, la apoyo y… Dejo la boca cerrada. Si me pide consejo lo único que sale de mis labios es una recomendación de alguna terapeuta que conozco y que pueda ayudarla a pasar este trance, con la esperanza de que descifren qué la ata a ese energúmeno y la guíe en como soltar esa relación que va a acabar con su autoestima, con su ilusión y con sus amistades.
Por ahora sigo aquí, esperando a la próxima “ruptura definitiva” de dos semanas mientras ella empieza a buscar restaurante para la boda ya que, en la última reconciliación, él sacó un anillo. Sabemos perfectamente que cuando no sienta brillo en su mirada al elegir las flores, cuando los anillos no le hagan palpitar el pecho…volverá a dejarla tirada de nuevo y esta vez será más doloroso (y más caro). Creo que ella está convencida de que, al casarse, todas esas dudas desaparecerán, pero creo que se agarra a un clavo ardiendo. Todo esto empezó antes de su 2º aniversario, ¿por que iba a cambiar ahora después de tantos años? Y es obvio que, en cada ruptura, él no desaprovecha el tiempo de soltería. Con esta relación él tiene lo mejor de los dos mundos: las comodidades y atenciones de una relación estable y la libertad de estar soltero. Y yo siento tanta rabia… Pero no quiero hacerla sufrir más, solamente puedo estar a su lado y coger fuerza para la siguiente, esperando que aparezca alguien o algo que le haga ver que su novio la utiliza y no la respeta.