Decía la canción que cuando llega el calor los chicos se enamoran, pero a mí que no me jodan que sigo igual de soltera. También os digo que no comprendo a las que se echan novio en verano, que eso da mucho calor, y aquí viene el problema. Me gusta el verano, pero no me gusta el calor. De hecho mi top 3 de incompatibilidades es el siguiente:

  • Odio el calor pero me encanta estar morena
  • Odio depilarme pero me encanta estar suave
  • Odio engordar pero me encanta comer

Así de difícil es mi vida.

Sobre todo porque estoy gorda y no es ya que tenga calor, es que tengo calores de gorda. Me dan como sofoquitos y calor nivel «¿por aquí también se sudaba?». Que cada vez que te sientas en algo vas dejando regueros de sudor y se te quedan pegadas las piernas a todos lados. A veces me pregunto si toda esa gente que está esperando en el andén del metro tendrá los genitales igual de sudados que yo. Por Dios, qué asco de vida, así luego va oliendo a choto el metro.

 

Y claro, si eres gorda y sudas, ya puedes protegerte los muslos o acabarás rozada como si te hubieras caido en una selva de hortigas. Porque hoy en día tenemos las bandelettes, pero antes me ponía fajas que parecía lomo magro embutido. Y si ya hace calor de por sí, imagínate metida dentro de una faja.

No es que en verano engordes, es que el calor dilata los cuerpos. Al igual que las tapitas del bar, las cañas, los granizados, los helados y todas esas cenas improvisadas entre semana que no haces en diciembre. Pasa sin darte cuenta, es solamente cuestión de tiempo. De hecho yo me di cuenta que era gorda cuando entré una vez en Zara y lo único que podía comprarme eran colonias.

En verano si no hay opción de ir a la playa o directamente no te gusta, hay que buscarse la vida para buscar lugares fresquitos. Cuando el sol aprieta y hace más calor que en la comunión de Charmander, a veces pienso seriamente en ir a misa por el frescor de la iglesia.

Llega agosto y te das cuenta que llevas 3 días sin salir de debajo del ventilador del salón de tu casa porque no se puede aguantar el calor excepto para comprar pelotazos (la vida es una constante trampa para gordas) . De hecho es que no queda ni el tato. Bienvenida al mes en el que no hay nadie. Ni tu dentista, ni tu abogado, ni el cerrajero. Excepto los pobres enviados especiales de las noticias que los mandan a Córdoba para informar que en verano hace mucho calor.

Ojalá tumbarme en la cama hasta que llegue octubre. Cagarme encima, mearme encima y comer proteínas con una pajita mientras veo Netflix. Mientras tanto para hacer más llevadero el calor del año que viene me digo a mí misma «mañana me pongo a dieta«, que traducido significa «estoy cenándome una pizza familiar yo sola».

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@LuciaLodermann
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