Si hay algo que tenemos en común toda la humanidad son las críticas, a todxs nos hacen críticas y todxs nos llevamos mal con estos comentarios no tan simpáticos. Si esto es así, ¿por qué no lo cambiamos? Como siempre digo, no somos responsables de los comportamientos de los demás, así que centremos nuestra atención en eso que sí depende de nosotrxs. 

El miedo a la crítica está relacionado con la baja autoestima y la alta credibilidad a las opiniones de los demás. ¿Por qué le damos más credibilidad a alguien que no nos conoce en la totalidad? Por mucho que (crea que) sepa, haya vivido, sea mayor…, nadie te mira mejor el ombligo que tú y nadie sabe de ti más que tú. Del mismo modo, por muy larga que sea la crítica nunca será una definición completa de ti, puede ser que sea cierto que eres X pero también eres Y, Z, H, L y todas las letras del abecedario que recogen todo lo bueno que tienes. ¡Búscalo y enséñalo!

¿Qué diferencia hay entre una crítica que nos afecta y otra que no?

La única diferencia será la interpretación que despierta esa crítica, la crítica en sí es un estímulo neutro al que damos valor con nuestros pensamientos. ¿Y de dónde sale este valor? Pues de nosotrxs mismxs. Las críticas que duelen son aquellas que nos decimos nosotrxs pero en boca de otrxs, está claro que si tú no crees que seas X por mucho que lo diga fulanitx te resbala como el sudor el primer día de rebajas. ¿Qué podemos hacer? Cambiar las exigencias y demandas hacía nosotros mismos, aceptar que tenemos derecho a equivocarnos, liberarnos de la necesidad de aprobación y tomarnos las críticas como un regalo. 

¿¡Cómo que como un regalo!? Sí, sí, como lees, como un regalo, porque nos aporta información y la información es poder amigx. Si es cierta, nos da información sobre algo que podemos mejorar y si no es cierta, nos va a ayudar a conocer a la persona que realiza la crítica. Del mismo modo, nos da la oportunidad de mejorar nuestras habilidades de comunicación, más concretamente de responder a la crítica. 

Para responder a la crítica podemos pedir más información sobre el punto de vista de otro, nos ayuda a ponernos en su lugar, enriquecernos de otras perspectivas y hacer que la otra persona sea específica en su crítica. No es que “lo haces todo mal” es que “has colocado el abrigo en otro sitio”. Si estamos de acuerdo, podemos hacérselo ver a la otra persona con frases “tienes razón que…”, “es verdad que…”, del mismo modo, explicar nuestra posición y opinión. Por último, podemos pedir sugerencias de cómo mejorar. 

Existen casos insólitos, como un unicornio con cabellera irisciente, en los que la crítica es continua, repetitiva, persistente y sin valor. Ante este hecho, la técnica “banco de niebla” puede ser nuestra aliada, consiste en ser como la niebla, tranquila y espesa, que por mucho que le tires una piedra no se inmuta, no cambia, no reacciona… En estos casos podemos simplemente responder “si, es posible…” repitiendo la frase las veces que sea necesario.

 

Natalia Mateos @unapsicologaencasa