La autoestima, esa cosa de la que todo el mundo habla pero que poca gente se la conoce realmente alta. Junto con los complejos, eso que nos nubla la vista más a menudo de lo que nos gustaría. Si mezclamos estos dos compuestos con el combustible de la personalidad, una de dos: o eres un completo imbécil con carencias que necesita suplir haciendo daño a los demás o no llegas a ver lo valioso que puedes llegar a ser en realidad y te haces una persona cada vez más pequeña tú mismo.

Es en el segundo tipo de personas donde me quiero centrar. Pido de antemano perdón a lxs psicólogxs de la sala, este post es una completa opinión personal basada en mis vivencias y experiencia.

A lo largo de mi vida y desde que aprendí a quererme a mí y a mi cuerpo de una manera tan fuerte como lo hago en especial actualmente, muchas son las personas, concretamente chicas, que me piden consejos e incluso alaban mi autoestima por cómo me visto, cómo me maquillo o cómo me comporto en general. Y no es que yo sea más especial y más chula que nadie, al revés, sino que sí que es cierto que siempre me he considerado muy abierta y con pocas ganas de pasar desapercibida, cosa que se ha visto acentuada al haber pasado por una pérdida considerable de peso. 

 

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Concretando a lo largo del texto, me gustaría centrarme en el Momento Armario, en el “¿qué me pongo?”. Las personas que me conocen o que me siguen en Instagram (@eva.yummytoo), saben que en el momento de arreglarme, me gusta mucho arriesgar. Y con esto quiero decir que mi estilo puede gustar a más o menos gente (tampoco soy una fashion victim) pero cierto es que muchas con mi peso ni se plantean salir de casa con un bralette y una blusa abierta o simple y llanamente con la camiseta metida por dentro del pantalón.

Y lo que pienso es: “qué miedo”. Me recuerdan a cuando yo no gozaba de sentirme tan libre. Qué miedo porque aún no sabéis la fuerza y garra que escondéis dentro. Qué miedo porque aún no habéis descubierto lo que es salir de vuestra zona de confort y entrar en el bucle de veros cada vez mejor por ello. Qué miedo que sigáis pensando que no sois dignas de ciertas prendas de ropa. Qué miedo que estéis en una cárcel cuya llave tenéis en el bolsillo y os da miedo usar. Pero, sobre todo, qué miedo que, queriendo y necesitándolo, nadie os haya dado aún el empujón que necesitáis. Porque si estás leyéndome ahora mismo y te sientes identificada, quiero que sepas que cuentas conmigo, aunque no te conozca de nada.

Sé que muchas habéis ya pasado por el probador de una tienda con mil prendas que al final se han quedado allí porque no habéis juntado todo el coraje necesario para imaginaros con ellas en la calle. Sé que otras ya os gustáis con ciertas prendas, pero os sigue moliendo el cerebro el qué dirán o cómo os mirarán. Me consta igualmente que varias anteponéis las opiniones de terceros (madres, amigas o familiares) a vuestros propios gustos. Y que otras tantas ya han lidiado con todo tipo de conflictos psicológicos consigo mismas aun teniendo un cuerpo “popularmente normativo”, pero que les falta el mismo coraje o más que a las que tallamos más grande. Y es que los complejos no tienen ni edad ni talla.

Quiero que todas os sintáis abrazadas y queridas, pero sobre todo que sepáis que salir de la zona de confort requiere ganas, fuerza y, sobre todo, PACIENCIA. Reformar un armario y un estilo al completo lleva tiempo, dinero y, lo más importante, psicología. Y con psicología me refiero a que la visión que tenemos de nosotras mismas es fuerte, ya sea para bien o para mal, y que cambiarla costará mucho tiempo. Con esto, sabed que habrá días buenos y no tan buenos, pero que la libertad existe y está al alcance de todas.

A unas os costará más y a otras os costará menos, habrá complejos que probablemente sigan siempre con nosotras. Pero os prometo que no hay dinero que pague la sensación de sentirte bien, libre, sexy y capaz de comerte la calle con cualquier cosa que desees ponerte.

Desde aquí te animo a romper las cadenas, a vivir tu propia revolución. Eres bella, eres maravillosa, eres increíble. Y si tu espejo lo sabe, lo puede saber quien tú quieras que lo sepa.

 

@eva.yummytoo