Desde que tenemos uso de razón nos dicen y nos repiten hasta la saciedad que tenemos que encontrar un trabajo con un buen sueldo, unas buenas vacaciones, un buen horario y que encima sea de ‘lo nuestro’.
Y tú desde pequeña te martirizas ahí dándole vueltas al coco ‘¿lo mío? ¿qué es lo mío? ¿qué será lo mío?’ Y a veces lo tienes claro, casi desde enana, pero otras no tienes ni idea y te atoras. Te atoras y no hay vocación, no hay un ‘yo he nacido para ser esto’, no hay nada claro y tienes la presión encima, pisándote los talones ‘elige, elige, elige’. Qué quieres ser de mayor, creo que es la pregunta más hija de puta del mundo, así sin paños calientes.
Hay dos formas de saber la respuesta a esa pregunta, teniéndolo claro o no y de una forma o de la otra la vida es un coñazo. Porque puedes ser una de las afortunadas que siempre lo ha tenido claro, que ha podido sacarse lo que quería con medio facilidad y que luego ha tenido la santísima suerte de poder dedicarse a ello de por vida (sin opción a poder quejarte de tu trabajo porque hombre, es lo que tú querías y encima te paga, así que cierra la boca y da las gracias).
Pues no, no estoy de acuerdo. No estoy de acuerdo en haber crecido desde enana sabiendo que quiero ser actriz, haber dedicado todo el tiempo del mundo a formarme para ser la mejor de todas, haber sacrificado mil una cosas por lo que será mi profesión y si ahora no lo consigo qué. Qué pasa si ahora no consigues lo que siempre has querido, qué pasa si construyes todos tus sueños en torno al que será tu trabajo, qué pasa si de repente te siente inútil, inválida, indigna.
Pues que cariño, nada es tu culpa. En primer lugar vivimos en España y no hay casi puestos de trabajo, los que hay no son de lo que nos gusta y los que hay que nos gustan tienen tantísima competencia que de perdidos al río.
En segundo lugar, ¿y si para lo que tú crees que ‘has nacido’ no es lo tuyo? ¿Y si realmente no eres buena en eso, no sirves, no vales y no tienes la aptitudes necesarias para desarrollarte en tu elección?
Porque puede que te digan que no porque no hay puestos de trabajo, pero también puede que te digan que no porque no eres válida. Y sabes qué pasa: NADA. Porque tú eres mucho más que tu trabajo, que lo que haces por cobrar dinero para llegar a fin de mes, que lo que la sociedad te dice que eres y para lo que sirves.
En tercer lugar, pon que hay trabajo, que es lo tuyo y que no te cogen. Aunque seas buena, aunque seas MUY buena. Aunque seas incluso la mejor, fíjate lo que te voy a decir. Ahí es donde entran todos los factores que no dependen de ti; como que esté la hija del jefe, la prima de la de recepción, alguien que ha entrado por el ojo por cómo sonríe o simplemente que tú no tienes la oportunidad de enseñar todo lo que vales, todo lo que sirves, todo lo que eres.
En cuarto y último lugar, ¿qué pasa si hay trabajo, si eres válida, si te dan la oportunidad y si encima la aprovechas? ¿Qué pasa si todo sale bien? Eres capaz de vivir de lo que te gusta, con un sueldo bien, en una empresa bien, con unas vacaciones bien y un desarrollo laboral bien. Todo va bien, ¿qué pasa entonces? ¿Ya lo tienes todo para ser feliz? ¿Ya lo has conseguido? ¿Ya no necesitas nada más? Entonces, ¿qué?
Esto es como cuando te obsesionas mucho con tener pareja, con tener una casa, con tener un coche, un hijo o incluso unos zapatos. Cuando los tienes, ¿qué? ¿Ya eres automáticamente feliz? Ya te lo digo yo: no. O al menos no eres capaz de mantenerlo en el tiempo, porque absolutamente siempre queremos más, somos insaciables, nunca nos cansamos de pedir, de necesitar, de ansiar.
Tú trabajo no eres tú. Tu pareja no eres tú. Tus hijos no son tú. Tus adquisiciones materiales no son tú. No te creas más o menos por lo que tienes o lo que has conseguido, no te sientas más o menos por lo que no tienes o no has conseguido, no dejes que nada de lo que no seas tú misma entre a formar parte del juego de ‘cosas que ser’. Que al final tú serás tú y tus circunstancias, por supuesto; serás tú y tu familia, tú y tu casa, tú y tu trabajo; pero que ninguna de las anteriores tengan más poder sobre ti que tú misma, porque ahí amiga mía, es donde nos hemos perdido lo más importante de nuestra vida: a nosotras mismas.
No dejes que el éxito o no éxito profesional marque tus pasos, no servirá de nada.