El día que nos decidimos a poner fecha para la boda se empezaban a oír que los primeros casos de Coronavirus ya estaban en España. Como la mayoría, pensamos que no iría a más o que en el peor de los casos, pasaría pronto.

Luego no hace falta que os cuente lo que siguió.

Dejamos el momento boda en pausa, hasta que en verano, viendo que la cosa iba para largo, nos armamos con bien de amor y fuimos a la iglesia a reservar el 10 de abril. PASASE LO QUE PASASE.

Llevamos unos años viviendo juntos, la idea de la boda siempre estaba ahí, hablábamos de ella, teníamos bastante claro cómo queríamos hacerla, estábamos de acuerdo, queríamos casarnos. Pero como esos viajes que quieres hacer y vas posponiendo porque, ahora te das cuenta, podías hacerlos en cualquier momento. No hacía falta una conjunción astral para irse de viaje y tampoco para casarse.

Lo primero que hicimos después de poner la fecha fue asumir todo lo que se va a quedar fuera. Es importante asumirlo pronto para preparar el resto con toda la ilusión del mundo. Tu boda va a ser una boda covid, muchas de las decisiones van a estar condicionadas por la evolución de la pandemia y tienes que poner por delante la seguridad de todos, antes que tus caprichos.

Así que para esto tienes que tener bien claro a qué has venido: a casarte. Si tu prioridad no es el matrimonio y lo que signifique para ti, no vas a disfrutar NADA. Si lo que quieres es un día de celebración y fiesta con muchos amigos, se te va a hacer cuesta arriba y nada te va a satisfacer. Porque lo de fiesta y muchos, está complicado.

En cambio, si tu objetivo de todo esto es casarte con esa persona a la que oyes roncar por las noches y empezar vuestra nueva vida de casados, el camino se hace de otra manera.

Con esto no te digo, que me den igual las parties o la gente, es simple y llanamente que cuando quieres algo muy fuerte, pues a veces no puedes tenerlo todo. Me consuelo pensando en los futuros reencuentros, recelebraciones y me recuerdo a mí misma que últimamente al segundo cubata me he dormido, así que qué fiesta iba a dar.

Vale. Asumido esto, llega el momento de tomar las decisiones típicas de la ceremonia, banquete, cóctel y todo eso. A los factores que normalmente influyen en esta decisión, añadimos que todo sea lo más covidfree posible y que tengamos flexibilidad para adaptarnos a las restricciones del momento.

Te toca ser FLEXIBLE. Asumir que tienes que adaptarte a los cambios posibles.

Por eso, a la hora de elegir el sitio, lo mejor es buscar un lugar que te ofrezca posibilidad de cambio: dentro, fuera, espacio de sobra para la distancias, reducir el menú, etc. En definitiva, que puedan ser tan flexibles como tus propias necesidades. Esto nos da mucha paz mental.
Para la ceremonia, en nuestro caso, hemos elegido la parroquia de mi barrio de toda la vida. Es muy grande y de ese modo, podrán venir a compartir ese momento, el importante de verdad, las personas más cercanas, sin problemas de aforo ni distancias. 

Y aquí viene una de las partes más duras: la lista de invitados. Sabes que van a ser muchísimos menos de lo que te gustaría. Incluso para nosotros que queríamos una boda pequeña desde siempre.

Hicimos una lista máxima de invitados básicamente nuestra familia cercana y unos pocos amigos de toda la vida, de los que a día de hoy, sabemos que no van a poder venir ni la mitad. Por eso, nos consuela tanto que puedan venir a la ceremonia. A todos los de la lista máxima, les avisamos de que lo más probable es que no pudiesen venir a nada más y lo entendieron perfectamente. Hemos dejado ese tema parado hasta que quedase menos de un mes y saber si vamos a ser 10, 20 o ninguno. Y ya está. No le hemos dado más vueltas, los que puedan ser serán. Igualmente, hemos tomado la decisión de no ser más que la familia más cercana.

Si le doy muchas vueltas, me pongo triste, así que para qué. Y si le doy vueltas a que cada semana se juntan más de 10 en pisos y bares para cualquier cena pues me pongo de mal humor. Así que asumir lo que hay y seguir hacia adelante, fuera pensamientos chungos.

Después, compartimos la noticia con todos los amigos de fuera. Esta parte fue entre alegre y dolorosa. ¡Las buenas noticias hay que compartirlas! Pero, JO. Con los de la lista máxima, nos queda el consuelo de que vendrán a la ceremonia y compartiremos un ratito con ellos. Pero los de fuera, pues esto imposible. Pero como me dijo mi amiga Blanca, nuestra amistad ha demostrado de sobras que es igual de fuerte aunque no estemos en el mismo lugar (lagrimita real). Nos morimos de pena todas, pero también de alegría. Los feelings en pandemia.

Y con esas ya solo te queda preparar todo “lo normal” de una boda. Recuerda : disfruta de las cosas pequeñas y sobre todo, céntrate en lo importante.