Hace unos años estaba tiñendo mi pelambrera un mes sí y otro también, pero no sólo de colores naturales, como un tinte cobrizo, fáciles de conseguir y sencillos de cuidar. No no no no, yo era extrema, era rebelde y joven y quería ser el alma de la fiesta, que mi pelo fuese fantasioso y llamativo.

Lo tuve de mil colores diferentes, desde rojo fuego a verde aguamarina, pasando por negro entre varias etapas de estos colores.

Una de mis últimas aventuras fue intentar conseguir el pelo gris, que estaba más de moda en aquel momento. ¡Ay de mi! , impaciente y sin querer gastar los dineros en una buena peluquería que me hiciese un decolorado decente, fui a la pelu de toda la vida, buscando el santo grial peluqueril.

Lo que pasó entonces fue una pesadilla. Mi pelo empezó a quemarse (no literalmente, creeréis). OJALÁ. ¡Mi pelo estaba ardiendo y salía humo de debajo de aquellas capas de papel de aluminio! Bueno, se montó un dramón inmenso. Mi pelo era amarillo pollo, la peluquera me dijo que probablemente se me caería a cachos, hicieron chop chop a las puntas (que era lo que peor estaba) y empecé un viaje en búsqueda de la salvación de mi pelo pollo.

Aquí traigo unas cuantas recomendaciones para que tu pelo te odie un poco menos después de lo que le hiciste. A mi me volvió a querer con el tiempo, a brillar y a estar sanote.

Consejillo número 1:  Lavar el pelo con el agua fría o templada. Después del trote que le has dado a tu cuero cabelludo (en el caso de que te decolorases de raíz como hacía yo) vas a querer mimarlo con todas tus fuerzas para que se recupere de las quemaduras.

Consejillo número 2: Hidrátalo durante la noche siempre que puedas. Yo solía usar aceite de argán y mascarillas súper hidratantes con esperanzas de que el pelo se recuperase un poco, y realmente ayudó mucho, principalmente a la hora de peinarlo para que no se rompiese demasiado.

Consejillo número 3: Usar protector del calor dentro de la rutina de cuidado del pelo. Vale, este paso fue uno de los más difíciles de seguir, pero es muy importante, ya que cuando tu pelazo está dañado es siempre esencial protegerlo del calor, tanto del secador como por supuesto el de la plancha o rizador.

Consejillo número 4: No zarandear el pelo con la toalla. Con esto me refiero a secar de forma delicada, presionando el pelo con la toalla para evitar que se enrede demasiado. El pelo mojado está en un estado muy frágil y es más sencillo que se rompa y se enrede. Por esto, hay que tener cuidadín, principalmente cuando está a punto de morir por tu culpa.

Consejillo número 5: Si tienes el pelo media melena o largo haz trenzas para dormir. Las noches son largas y tu pelo no quiere que le peines demasiado después de lo que le hiciste. Por eso, es mejor hacer este peinado para dormir y evitar que se enrede durante la noche.

Con estos consejos espero que vuestras melenas se reconcilien con vosotras, aunque necesitarán tiempo y muchos mimos. Recomiendo el uso de aceites naturales como de coco o incluso de jojoba, alternando con el argán, ya que dan esa hidratación que necesita tu pelo pollo para recuperarse de la batalla pelambreril a la que le has mandado.

Después de esta fatídica experiencia no aprendí de mis errores y seguí siendo una joven rebelde y arriesgada con mi pelazo… pero eso es otra historia.

Mariana.