Aunque la palabra «psicópata» te suene demasiado fuerte, es posible que tengas a alguien así en tu entorno o, peor aún, que compartas tu vida con uno. No estamos hablando de un asesino en serie, aunque sí puede ser un asesino de tus sentimientos y de tu autoestima.

Al psicópata suele faltarle empatía y sobrarle manipulación. El narcisista tiene una gran inseguridad y necesita recibir admiración. El combo es explosivo. Las personas a las que conocemos comúnmente como «psicópatas narcisistas» aprenden a relacionarse con su entorno de manera normal y consiguen mantenerse dentro de unos límites, de forma que, generalmente, no llegan a empezar ningún tratamiento. Total, ¿para qué, si no creen tener ningún problema? Digamos que pasan desapercibidos, en cierto modo. Mientras tanto, van destruyendo a sus personas más cercanas.

Mujer sujeta un papel con una sonrisa pintada.

Puedes encontrar mucha información online sobre los rasgos que definen a estas personas de las que es mejor que te mantengas alejada, pero se pueden resumir en los siguientes:

  • No cumplen con las normas sociales y llegan a culpar al otro de todo. Aquí nos encontramos con el gaslighting o luz de gas.
  • Poseen niveles bajos de empatía o remordimiento, por lo que pueden utilizar la mentira como arma habitual. Si lo sumamos al punto anterior, se convierte en un rasgo peligroso.
  • Se aprecian demasiado a sí mismos. Su ego es desmesurado, se sienten superiores al resto, pero su inseguridad es igual de grande. Por ello, no asumen su propia responsabilidad.
  • La falta de empatía es su punto fuerte. Pueden fingir interés y amabilidad, pero son incapaces de ponerse en el lugar del otro.
  • Abusan emocionalmente de la persona que tienen al lado. De este modo, esconden su frágil autoestima. Si pueden conseguir algo a través del sentimiento de culpa, lo harán.
  • No toleran la crítica. Consideran que cualquier comentario contra ellos es una vil manipulación.
  • Tratan de derribar la autoestima de los demás. Pueden ser muy crueles, pero el verdadero fin de sus actos es acabar con la autoestima ajena. De este modo, la persona que está a su lado hará lo que ellos quieran, en apariencia, por propia voluntad.
  • Pueden ser promiscuos por el sentido de utilitarismo que esto les concede.
  • Crean una imagen falsa de sí mismos. Tienden a rebajar a los demás y a ensalzar su propia figura.
  • Su necesidad de atención es constante. Pueden crear distintos grupos donde el nexo de unión y el protagonista sean ellos mismos.
  • Algunos pueden ser impulsivos. Si se sienten amenazados, pueden reaccionar de manera exagerada.

Mujer de espaldas con el texto Love shouldn't hurt.

Yo ya tenía experiencia amorosa con alguna que otra persona que no andaban bien de lo suyo, pero aquello me superó. A un psicópata narcisista no te lo ves venir, por mucho que te empeñes en ser muy lista y tener mucha experiencia y mucha psicología. Una persona de estas características ha sido capaz de llegar a la edad adulta y relacionarse con normalidad con un montón de gente, sin que lleguen a encerrarlo. ¿Cómo no iba a lograr acercarse a ti y enamorarte? Así que no te maltrates, que para eso ya están ellos, y deja de culparte. Es normal que no te dieras cuenta hasta que fue demasiado tarde.

Compartí mi vida durante un tiempo con una persona que cumplía prácticamente todos los requisitos de la lista. Al principio, me pareció el ser más maravilloso que se había cruzado en mi camino, una persona hecha a medida para mí, y lo siguió siendo durante un tiempo. Sin embargo, de la noche a la mañana, cuando yo ya estaba pilladísima, empezó a sacar cositas a relucir. Cuando lo hizo una vez, lo ignoré. La segunda, me di una excusa a mí misma. Para la tercera, tenía la autoestima tan destruida que no era más que una sombra de mí misma y ya me sentía mal hasta por respirar. Si alcanzas ese punto, estás perdida, hasta que reúnes suficiente fuerza como para salir del hoyo. Si yo salí, aunque con arañazos y heridas, tú también puedes.

La primera alarma me saltó cuando lo vi debatir con sus amigos. Hablaban mucho de política entre cervezas. Llegados a un punto, se intentó poner por encima de ellos de malas maneras, los cuales fueron rebajando el ambiente y cediendo para que todo volviera a su sitio. Me dio vergüenza ajena verlo discutir así, pero pensé que eran los efectos del alcohol.

Oí la segunda alarma cuando se enfadó con su hija porque no había hecho las cosas de la casa como él quería (algo sin importancia y que ni él mismo hacía) y ella fue a pedirle perdón, arrepentida, mientras él seguía enfadado. Ahora me doy cuenta de que estaba educando a una futura mujer que podrá caer en abusos de sus parejas.

De ahí en adelante, me saltaban más alarmas, pero era tarde. No es que el amor me cegase, pero sí me hacía justificar todos sus comportamientos irracionales. No podía decirle que había hecho algo mal o que podía hacerlo de otra manera, porque para él era inaceptable y contraatacaba con que yo lo hacía peor. No podía mirar a mi alrededor, porque entonces yo estaba coqueteando con todo el mundo. No podía mirar el móvil cuando estábamos juntos, porque yo estaba teniendo conversaciones secretas… por no hablar del control que tenía sobre mis horas de conexión al whatsapp o las redes. Estaba mejor sin maquillaje, porque qué exageración, pintarme tanto, y seguro que era para gustarle a alguien.

Él todo lo hacía bien, el problema era yo. Y todo se centraba en él, desde una quedada con amigos hasta el sexo. Su superioridad moral era insoportable, y lo dice una que también padece de eso; hasta el punto de enfrentarse con otras personas. Era agresivo y perverso en sus formas, y me hacía sentir culpable la mayor parte del tiempo (también me daba cariño para mantenerme ahí, ése es su juego). Me provocaba malos sentimientos hacia mí misma y sobre mi pasado (¿recordáis su baja autoestima y la necesidad de derribar la de la otra persona?). Cuando empecé a no saber distinguir lo que había hecho yo o él o lo que ni siquiera había sucedido, ya que a todo le daba la vuelta (gaslighting), me di cuenta de que no podía seguir así.

Mujer que agita la cabeza.

Por suerte para mí, se fue un día y no volvió, sin avisar, para culminar nuestra relación con otro drama, alegando después que yo era muy mala y muy manipuladora. Quedaban entonces sólo trocitos de mí, que se habían estado manteniendo juntos por un amor envenenado. Sin embargo, un psicópata narcisista no suelta a su presa tan fácilmente, y siguió estando presente en mi vida incluso a distancia… lo justo para no soltar amarres del todo, con la excusa de un gran amor y preocupación por mí, saber cómo me iba, y todas esas mierdas. Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que finalmente el daño y el desprecio que me seguía haciendo fueron tan insoportables que ya no pude tolerarlo. Llevábamos mucho tiempo sin vernos y yo seguía haciendo mi vida como mejor podía, pero se mantenía ahí, ensuciándolo todo. Reventé y lo aparté de mí de un manotazo.

Si te sientes representada en mi historia, aunque sea parcialmente, tienes que salir de ahí.

Cuando ya no sabes ni por qué te sientes culpable.

Cuando dudas constantemente de qué has hecho o dicho.

Cuando te ves fea y empiezas a sentirte muy tonta y crees que nadie puede quererte.

Cuando piensas que mereces todos los castigos posibles y que él tiene razón.

… pero también cuando te das cuenta de que vales mucho más de lo que te está diciendo y cuando percibes que te estás perdiendo a ti misma y ya no sabes quién eres…

¡Vete! Te dolerá, sufrirás y patalearás, dudarás mil veces porque te ha comido la autoestima y la moral, querrás volver con él porque te sientes vacía… pero tus piezas volverán a juntarse, te lo prometo.

Ojos de mujer con lágrimas y mascarilla blanca.

Llegará un día en que ya no te verás tan fea ni te sentirás mala persona, un día en que tu entorno te dirá unas palabras de aprecio que sonarán extrañamente hermosas; un día en que te mirarás al espejo y volverás a verte a ti.

Si has pasado por una situación así, haz cosas por ti y para ti: escribe (siempre ayuda exteriorizar sin tener que hablar con nadie), pasea, lee, baila, habla con quien lo necesites, ponte guapa, sal, viaja. Haz todo lo que te gustaba y dejaste de hacer y también prueba cosas nuevas. Apóyate en tus amigas, amplía tu círculo. Forma parte de algo. Recupera tu vida y mejórala, para que nadie más pueda hundirla.

Y, cuando decaigas porque lo eches de menos (el síndrome de abstinencia es muy fuerte y su comportamiento para contigo te habrá calado hondo), respira y sal. No le hables, háblate a ti, seguro que llevas mucho tiempo sin apreciarte como te mereces.

No sobrevivas, vive.

Atia