Cómo trabajar cara al público y no morir en el intento.

 Todos los trabajos que he tenido han estado relacionados siempre con la atención al público.

Casi en cualquiera de sus versiones. Desde una panadería, pasando por diversas tiendas, también he tocado el maravilloso mundo hostelero y como colofón un supermercado.

  Tengo una amiga que dice que mi voz es diferente en el trabajo, que no suena igual. Ella la llama, voz de Bella. Por la princesa. Creo que esa voz apareció sin darme cuenta, cuando trabajaba en una tienda de artículos para niños. Apareció y se quedó. Lo hago sin darme cuenta. Pero es algo que no solo me pasa a mí. Supongo que es una coraza que nos ponemos para separar nuestra personalidad real de la de perfecta dependienta.

 Lo primero que aprendes es que el cliente siempre tiene la razón. Aunque no la tenga. Y lo saben, vaya que si lo saben.

 Como en todas partes te encuentras con personas de todo tipo. Las hay que siempre tienen prisa, da igual lo que esté pasando con el resto de personas, ellos siempre tienen más prisa que nadie y quieren ser los primeros, da igual como. Te interrumpen cuando estás hablando con otra persona. Les piden a los demás clientes que les dejen pasar antes o simplemente se quejan de que solo hay una caja o dos o tres o las que sean.

 Hay otras personas que cuchichean. Se quejan por lo bajito, diciendo cosas como que hay mucha cola, que la cajera es lenta o que la señora tarda en sacar su cartera para pagar. Pero cuando les llega su turno y les preguntas que si todo bien, te dicen si sí claro. Como si tu no hubieses oído nada.

Luego están las personas que entablan conversación contigo de una forma muy natural, tanto que cuando te das cuenta te están contando su vida. Algunas de esas personas lo hacen porque están contentas por algo, otras porque se ponen nerviosas al colocar la compra y no saben ni lo que te dicen. Pero hay otras, otras que están solas, que probablemente seas la única persona con la que han hablado hoy. Y te cuentan que su hijo viene este fin de semana a comer y que por eso hoy compra de más. Te cuentan que ese juguetito es para la nieta de su vecina. Que ella no tiene hijos y que vive sola desde que murió su marido. 

 Las personas que te dan los buenos días, las que te recomiendan que compres ese jabón que hará que tu ropa huela tan bien, las que te dicen que si no has probado ese chocolate estás perdiéndote lo mejor de la vida. 

 Esas son las personas que hacen que no te vuelvas loca en este trabajo, las que te hacen creer que lo que haces le importa a alguien.

  Estoy convencida de que con las anécdotas de los trabajadores de una sola tienda de un centro comercial, se podría escribir un libro. Que sería muy divertido y que parecería ciencia ficción. 

 

Yanes