Siempre he sido una persona muy reservada y valoro la confianza en mi pareja ante todo, pero también mi privacidad. Es por eso que nunca me ha gustado que me incluyan en plural cuando tengo una relación o que tenga que dar mi clave del móvil para «demostrar» que no tengo nada que ocultar.
Así que seamos sinceros: eso de que dos personas que están juntas tienen que compartir todo es una completa mentira. Si necesitas saber la contraseña del otro para controlar y quedarte tranquilo, tu relación no es muy sana. No es confianza, es inseguridad.
¿Qué grado de seguridad puede darte una contraseña? ¿Crees que tener las claves de tu pareja es ya indicativo de fidelidad? Porque si tu pareja quiere ser infiel, lo será por muchas contraseñas de WhatsApp, Twitter o Facebook que tengas. Confianza no es dar la clave de tu teléfono, confianza es que no tengáis la necesidad de revisarlo. 
Yo quiero a mi pareja muchísimo y siempre he dicho que no quiero las claves de su teléfono incluso cuando él me las ha ofrecido de motu propio. No quiero caer en una dinámica de recurrir a mirar su móvil cuando las cosas se pongan difíciles en vez de solucionarlo cara a cara. Además, soy plenamente consciente de que mi pareja me oculta cosas y no pasa nada, yo también lo hago. No tengo por qué saber al 100% todo sobre él, hay recovecos que son personales y que no tiene por qué compartir con nadie más. ¿Tú no tienes cosas que te reservas sólo para ti? ¿Eres plenamente transparente con las personas de tu alrededor?
Y eso sin hablar de que pocas veces puede beneficiar a la pareja leer conversaciones o ver fotos ajenas. La comunicación en las redes sociales viene sin entonación y resultan muy difíciles de entender si no participamos en el contexto, por lo que nos exponemos a malinterpretar las cosas y aumentar considerablemente su magnitud.
Replantéate por qué necesitas controlar a tu pareja para sentirte seguro e intenta ver más atrás. Porque desconfianza y baja autoestima van de la mano y pueden ser el motor que te impulsa a tener que controlar lo que la otra persona hace o deja de hacer.
Y sobre todo, recuerda. Si necesitas ayuda, pídela. Está bien acudir a un profesional si lo necesitamos, no tenemos que ser capaces de resolver todos nuestros problemas solos.
