Desde hace varios años que vengo leyendo artículos en periódicos / revistas varias sobre lo que adelantados que estamos, sobre cómo, en la sociedad actual, tanto el padre como la madre se encargan de atender la casa y los hijos a partes iguales. Cada día los padres se involucran más, decían. Cada día hay más hombres que se encargan de la plancha, decían. Cada día es más y más normal ver al padre pasar la noche sin dormir encargándose de su pequeño, decían. Ja Ja Ja.

Aquí van unos pocos ejemplos reales de lo que yo veo a mi alrededor con respecto a la copaternidad.

  • El marido de mi amiga Cristina no tiene problema en llevarse al peque al parque, o en darle un baño, o en limpiar la casa de arriba abajo si es necesario. Pero cuando su bebé sufría de cólicos, él se marchaba de casa a tomarse una cerveza al bar hasta que se durmiera, porque no podía aguantar los lloros “porque le hacían daño los oídos”.
  • La pareja de mi amiga Kate puede pasar todo el día entreteniendo a sus dos hijos, para que ella pueda limpiar la casa (porque pobrecito, que nació con una rara condición que hace que le sea imposible aprender a limpiar). Eso sí, en el momento en el que cualquiera de los retoños huele mal o necesita ir al baño, se acuerda de algo muy importante que tiene que hacer para salir de la habitación.
  • Mi pareja, duerme como un tronco. Pero como un tronco que no hay despertador que lo despierte. Si no le llamo yo, no llega ni a trabajar la mitad de los días. Por lo que imaginaros quién se encarga de los enanos por la noche. Y ya que estamos, por el día también. Que para jugar con ellos hacemos fila, pero para educar, decir que no, o encargarse de prepararlos si vamos a salir de casa, no veo ningún voluntario dispuesto.
  • Mi cuñada ha dejado las clases de inglés, los cafelitos con las amigas y hasta las clases de salsa para encargarse del peque. Pero mi hermano, que encima es quién ha cogido reducción de jornada por cuidado de hijos, no ha dejado ni el gimnasio, ni las escapadas de fin de semana con los amigos, ni las quedadas para correr porque hombre, que sea padre no significa que no pueda tener vida.
  • El día de la comida de Navidad de mi empresa del año pasado, a mi compañera se le apareció el marido en el restaurante durante el segundo plato para dejarle a su hija, porque “ya llevo dos horas solo encargándome de ella y no puedo más, necesito un descanso”. La peque se quedó con nosotros el resto de la comida, mientras el padre se iba a casa a jugar a la play porque necesitaba “desestresarse”.
  • Os prometo que a mi amigo Jorge se le ha olvidado por completo de donde están en su casa la escoba, la fregona, el aspirador o incluso la sartén. Porque es que con esto de tener a los enanos estoy siempre muy cansado y no tengo tiempo ni ganas de limpiar ni de cocinar.

Y por no hablar de que ninguno de ellos tiene ni la más remota idea de cuándo hay que ponerles vacunas, de cuando tienen cita en el médico, una excursión del cole o si tienen un cumple de algún amiguito.

Y digo yo, ¿eso es copaternidad? ¿eso son igualdad de condiciones? Porque a mí nadie me pregunta si prefiero pasar la tarde jugando a la consola en vez de limpiando el baño. O si me apetece pasarme la noche en vela limpiando vómitos en vez de durmiendo a pierna suelta.

Directamente no nos dan la opción, dan por hecho que lo haremos todo, o casi todo. Y ni siquiera se nos pasa por la cabeza negarnos. Por lo visto, está bien visto que ellos elijan lo que quieren o no hacer con los enanos y la casa, pero que ni se nos pase por la cabeza hacer lo mismo. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Imaginaros a una madre durmiendo un domingo hasta medio día, mientras el pobre padre está ahí limpiando el polvo, haciendo la paella de la comida, entreteniendo a los enanos, y preparando la mochila para el cole. ¡Llamemos a los servicios sociales porque eso es completamente inaceptable!

Mi experiencia me dice que solo hay dos opciones válidas:

  1. Cuando explicaron a los hombres el significado de la copaternidad, los de mi entorno no estaban en modo escucha.
  2. Nos han engañado como a chinos.

¿Cuál opción creéis que es la más cierta? ¿Esto es siempre así, o está mi entorno lleno de mangurrianes?

Andrea.