Soy madre de un niño de 10 años y una niña de 6 que me colman de alegría y felicidad. No escribo esto para hablar de la cara B de la maternidad. No por no sufrirla, que sí, la sufro; sino porque es algo que tengo tan asimilado que ya ni me sale quejarme al respecto. En líneas generales soy una madre feliz. Solo hay una cosa que me amarga la existencia y que no apareció hasta que nació mi segunda hija. Una que a la que, además, no le encuentro solución y que me tiene francamente preocupada.

Y es que mi hijo mayor quiere a su hermana lo mismo que a la vecina de enfrente: Nada.

No la odia, no le tiene celos, no es que se peleen. Es que le es totalmente indiferente. Tanto que me asusta y, sobre todo, me duele. Me rompe el corazón que no sienta por ella el más mínimo cariño. Porque he dudado mucho tiempo, pero ahora mismo creo que no miento cuando afirmo que no la quiere nada. Al chaval le da igual si su hermana está o no está, lo que haga ni lo que diga ni nada de nada. Para él, es como si no existiera.

Y ha sido así casi desde que nació. Mi hijo no estaba ilusionado por tener una hermanita, le daba un poco igual. Le daba igual que fuera niño, que fuera niña, no tenía preferencias. El día que nació, y lo trajeron a vernos al hospital, entró contento y curioso. Recuerdo que se subió a la cama con cuidado, la miró, le tocó un pie y luego me preguntó si esa noche también tenía que dormir en casa de los abuelos. Y yo, queriendo evitar los celos ya desde el principio, me quedé las tres noches que faltaban para el alta sola con la niña, para que él pudiera dormir en casa con su padre. Sin embargo, los celos que yo esperaba y entendía como normales, nunca llegaron. O nunca los manifestó de una forma clara.

Él simplemente pasaba de su hermana. Yo quería pensar que cuando ella creciera y pudieran jugar juntos, la cosa cambiaría. Que cuando se pudieran comunicar al mismo nivel, su relación sería mejor.

Pero no ha sido así. En la actualidad es incluso peor, porque la indiferencia hacia ella sigue ahí, solo que alternada con momentos en los que directamente le molesta. Sigue sin jugar con ella ni interactuar con ella más que para apartarla cuando le estorba. Y le estorba muy a menudo. Todo lo que hace la niña está mal para él. La pobre, que lo adora, ya ni se atreve a buscarle, ni entra en su cuarto ni toca sus cosas porque sabe que acaba en gresca. Y lo peor es que él, con los hermanos pequeños de sus amigos o familiares, es todo lo que nunca ha sido para su propia hermana. Juega con ellos, les cuida, les da cariño. Es que no lo entiendo, es muy frustrante. Porque no sé qué cómo gestionarlo.

Me mata no hacer nada, pero es peor cuando lo hago, porque cuanta más importancia le doy yo, peor actúa él y más lo nota la niña. De verdad que es una situación que no le deseo a nadie.

 

Anónimo

 

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