Una mañana me desperté rara.

No sabía qué era lo que me pasaba, pero sentía que algo había cambiado en mi interior.

Al poco averigüé que estaba embarazada, sin embargo, en esta ocasión era diferente.

Esa sensación extraña no se iba y, pese a que no se sentía como algo negativo, no era nada parecido a lo que había experimentado en mi embarazo anterior y eso me hacía tenerlo presente en todo momento.

Entonces llegó la ecografía de las 16 semanas y sucedió la gran revelación:

 

…Y esto de aquí es el pene, es un niño.

Tengo un pito dentro de forma permanente

Foto de Alicia Zinn en Pexels

¡Ahí estaba el quid de la cuestión! ¡Llevaba unas semanas rara porque me había salido un pene dentro!

Y aún lo tengo, porque todavía me faltan otras cuantas semanas más para que a mi niño le toque nacer y yo me quede sin pirola.

Es que es toda una movida esta de saber que tengo un pito dentro de forma permanente.

Al principio no le di tanta importancia, en cambio, en un momento dado caí en que, de repente, todas las expresiones malsonantes que uso habitualmente han cobrado un sentido que antes no tenían.

Aviso que me voy a poner grosera, pero es que os quiero contar lo que disfruto ahora cuando tengo la oportunidad de soltar cosas como (si eres menor de 18 años o una persona sensible al vocabulario obsceno, no leas el siguiente párrafo):

 

Me tira de un huevo

Me suda la polla

No me sale de los huevos

Me toca los cojones

¿Abogado? El que tengo aquí colgado

Por mis cojones

No me toques el pito que me irrito

 

Y demás sucedáneos. El caso es que, si se tercia, incluso le doy énfasis llevándome una mano a la parte baja de la barrigota, como agarrándome ese paquetito que tengo de prestado.

Porque sigo adorando mi coño moreno y seguiré usándolo para ponderar mis palabras, pero, no sé, como que me mola esto de tener otras opciones y poder emplearlas con propiedad.

Mira que, si hubiera podido escoger, hubiera elegido niña. Sin embargo, estoy encantada con la dulce, aunque a veces no tan dulce, espera de mi niño.

Pese a los no pocos inconvenientes que pueda causar un embarazo, reconozco que es maravilloso esto de compartir durante unos meses mi cuerpo con mi bebé, así como tener dos corazones latiendo con fuerza en un solo tronco.

Tengo un pito dentro de forma permanente
Foto de Pixabay en Pexels

Pero también os digo, lo de tener un pito dentro de forma permanente, me hace muchísima gracia. Imagino que ya lo habéis notado.

A las que habéis estado embarazadas de niños ¿también os pasaba? Contadme.

Y si no estáis de acuerdo o pensáis que estoy mal de la cabeza, sin acritud, porfa.

Que me tocan mucho los cojones las faltas de respeto (véase cómo me agarro la barriga por encima del pubis)

 

Ya veis, me queda pito para más o menos un mes y estoy dispuesta a referirme a él cada vez que tenga ocasión.

 

Anónimo

 

Imagen destacada de Alicia Zinn en Pexels