Se lo dije ayer al hombre con el que estoy saliendo y os lo voy a contar también por aquí.

Y es que hay ciertas cosas que, a mi edad, disfruto bastante más que follar.

Ahora quiero disfrutar, no solo en la cama, sino cada vez que estemos juntos.

Quiero que me haga reír y que se ría conmigo.

Hablar con tranquilidad, contarle mis ralladas y sentirme comprendida.

Gozar de tiempo con los míos, mi familia y amigos. Y que él se una cuando le apetezca y no le entren paranoias raras.

Quiero hacer cosas diferentes.

Huir de las rutinas.

Conocer juntos sitios nuevos, personas nuevas.

Hacer el ridículo, comportarme como una adolescente, si me da por ahí, y que no piense que estoy loca.

Quiero disfrutar de los placeres de las pequeñas cosas.

Me encanta que me haga caso cuando hablo y se interese por mí y por lo que cuento.

Que me cuente él también sus movidas y me haga partícipe de lo que le ocurre.

Tener tiempo para mí y mi autocuidado cuando lo necesite y sin tener que justificarme.

Que respetemos sin presiones nuestros respectivos ritmos y necesidades.

Tenernos ahí en cuanto lo necesitamos.

 

Sentir que despierto deseo en el otro puede ser incluso mejor que el orgasmo que luego busquemos.

Es genial saber que le pongo, que le gusta mi cuerpo.

Aunque nada que ver con sentir que le gusta cómo pienso, lo que quiero, los valores que tengo.

 

Salir a buscar a alguien que me entre por los ojos ya no es algo que me motive.

Medir mi nivel de satisfacción en calentones y orgasmos, a partir de cierta edad, tampoco se lleva.

 

Yo quiero vivir la vida sin demasiadas pretensiones, a sorbitos asequibles de la felicidad que encontramos en cosas simples del día a día.

Y que esa persona comparta esas pildoritas conmigo.

 

Que follar me gusta, eh, pero para mí, ahora, es más bien algo que surge como consecuencia de todo lo anterior, no algo que vaya buscando.

 

Firmado: Una loversizer que ya sabe lo que quiere 😊

 

[email protected]