COSAS QUE CAMBIAN (Y QUE NADIE TE CUENTA) CUANDO TIENES HIJOS.

 

Cuando esperas un bebé crees tener claro hasta qué punto cambiará tu vida (y si no lo sabes ya vendrá alguien a contártelo con esa cara de «pero donde vas, alma de cántaro, ¿tú sabes dónde te metes?»).


Que si no dormirás , que si viajarás menos, que apenas tendrás vida social fuera de los Chiquiparks, etc… pero lo que no te cuentan son esas pequeñas cosas en las que te fijas un día que, por algunas de aquellas casualidades, tienes tiempo de mirarte en el espejo y te sorprende ver cómo han colonizado tu vida.

1- Si antes eras una «fashion victim» que vestía a la última, se calzaba taconazo hasta para ir a la compra y no salía a la calle sin las pinturas de guerra ahora vas siempre en vaqueros (y casi siempre con restos de papilla,…), siempre llevas coleta o directamente te has cortado el pelo y se acabó de presumir de melenaza.

Yo tengo amigas que no sé cómo de largo tienen el pelo pues JAMÁS las he visto con el pelo suelto y el zapato más alto que te pones son las botas altas.

Se acabó lo de llevar pendientes grandes porque te los estiran, uñas de manicura porque tienes miedo de arañarles la carita, y claro, después pasa lo que pasa, que te escapas al cine con las amigas y te vistes como si fuera a la boda de la infanta… Decidme que no soy la única que lo ha hecho.


2- Te alimentarás a base de restos varias veces a la semana. Restos de potitos, media galleta, una manzana mordisqueada, un chupachups rechupeteado… 

3- Tu bolso crecerá de forma desorbitada y tendrá serias similitudes con el de Mary Poppins.
A la que metas la mano para sacar las llaves te encontrarás con unas toallitas, un coche, varias pinturitas, un caramelo chupao, un click de Playmobil, una maceta, el táper que te dio tu madre la semana pasada…¿problemas de espalda quién?.


4- No volverás a apretar un botón, ni un interruptor, ni llamarás al ascensor, ni al semáforo nunca más.
En cuanto tu primer hijo toque el primer botón ya no volverá a dejarte hacerlo a ti hasta que no se emancipe. Ya me ha pasado un par de veces de estar esperando al ascensor sorprendida de que no venga para después caer en la cuenta de que estaba sola y de que no lo había llamado.

Cosas que cambian cuando tienes hijos

5- Echarás de menos mucho, mucho, tener una conversación «normal». Y como normal me refiero a que puedas decir dos frases seguidas sobre el mismo tema sin tener que interrumpirte en cada una de ellas con comentarios tipo: «Fulanito, deja en paz a Menganita», «ay, espera, que no veo a Zutanito», «un momento, un momento, que Petanito se ha caído».


Y no, no te engañes, por teléfono ocurre exactamente lo mismo. Yo, que ya creía haber superado esa fase con eso de que mis niños mayores habían crecido y no se me ocurrió otra cosa que tener más niños.

6- Tendrás una vida social muy activa (sí, sí, no te engaño) pero gran parte de ella serán cumpleaños infantiles, visitas a chiquiparks, actividades extraescolares y tardes de parque. Y tendrás envidia de tus hijos que se pasan el día yendo de acá para allá de fiesta en fiesta y de visita en visita y tú hace medio año que no tienes ni tiempo de llamar a tu amiga Puri para saber si sigue viva.

Hola Puri, ¿todo bien?
Hola Puri, ¿todo bien?


7- Dejarás de tener tiempo para ti. Esto puede que sí que te lo hayan dicho pero no te imaginas lo amplio que se vuelve el término «para ti».


Aquí no estamos hablando de tener tiempo de leer, de estudiar una carrera o de preparar una tesis… Estamos hablando de cosas básicas como tomar una ducha de más de cinco minutos sin que haya nadie aporreándote la puerta, hacerte la depilación cuando corresponde. Poder pintarte las uñas a la hora que te plazca y no a las 11 de la noche mientras ves una peli y los niños por fin duermen corriendo el riesgo de quedarte frita en el sofá mientras esperas a que se sequen (por favor, decidme que eso también os ha pasado), poder ir al baño a la velocidad que te pida el cuerpo y no a la que demande la criaturita del otro lado de la puerta…

8- Da igual lo rápido que te recuperes del parto el sexo nunca volverá a ser como antes (y no por razones fisiológicas). Se acabó el «aquí te pillo, aquí te mato», el sexo matutino, y casi casi el nocturno también para pasar a ser un «rapidito» discreto y silencioso (no sea que despertemos al infante y ya la hemos liado) justo antes de caer dormidos.

 

¡Pero qué preciosa es la maternidad deseada!

Burotachos