Todas las que hemos crecido de la mano de una hermana, ya fuese más mayor o más pequeña, sabemos lo que eso significaba allá por los años 90. Cuando la adolescencia comenzaba a aflorar y la vida no era ni por asomo lo que es ahora. Cuando buscábamos intimidad y no la encontrábamos o bien cuando esperábamos poder hacer nuestra vida a nuestro aire pero el destino tenía planes diferentes para nosotras. Vivir con una hermana podía parecer un auténtico fastidio, pero al final la convivencia nos enseñó a valorar el apoyo incondicional y que dos cabezas piensan mejor que una sola.

Planes, secretos, coartadas, fiestas compartidas y por supuesto ocasiones únicas que solo podían ocurrirnos en los 90. Hechos que serían impensables en la actualidad, en un mundo repleto de vías de comunicación y opciones de entretenimiento. Sí, nuestra pre-adolescencia fue diferente, pero de alguna manera de aquella época hemos aprendido a ser las adultas que somos hoy en día. Con nuestras hermanas compartíamos infinidad de cosas, he aquí algunos de ellos ¿quizás recuerdas estas situaciones?

Un solo teléfono en casa y mil llamadas por hacer

Cuando tan solo había un teléfono fijo para toda la familia lo de compartir era inevitable. Recibías la llamada de tu mejor amiga y a los cinco minutos tenías a tu hermana mirándote fijamente y pidiéndote que por favor cortaras cuanto antes. Al no hacerle caso lo siguiente era alzar la voz, intentando que la persona al otro lado pudiera escuchar sus quejas. Lo último ya era descolgar otro teléfono, unirse a la conversación y pedir amablemente que nos fuésemos a la mierda y la dejásemos llamar a su novio. Y así, una y otra vez.

Los libros de segunda mano

Llevarse pocos años con una hermana tenía un significado: jamás estrenar libros. Ella sí que lo hacía, y los pintarrajeaba y maltrataba olvidándose por completo de su pobre hermana heredera. Cada año la misma historia y discusión ‘¡pero mamá, si estos libros están hechos un asco!‘, daba igual, la solución de nuestros padres siempre era igual: darme una goma de borrar para que me pusiera cuanto antes a borrar cada uno de los ejercicios del workbook. Actualmente, con 35 años y viviendo en mis carnes los precios de los libros de texto puedo darle la razón por completo a mis padres. ¡Qué vivan los libros heredados!

Libros de texto de los 90 en Pinterest

Cintas VHS para grabar a nuestros crushes

Realmente lo que hoy conocemos por crushes y que allá por los años 90 eran los famosetes del momento que nos volvían locatis. Esa cinta VHS era como un tesoro para cualquier adolescente de la época. Un lugar en el que grabar videoclips o cualquier tipo de momento televisado en el que salieran nuestros ídolos. La discusión ‘hermanil’ surgía cuando una borraba contenido con algún artista que la otra no aprobaba. ‘¿Pero se puede saber por qué has borrado un vídeo de Take That con ese maldito vídeo de Raúl (‘Hace tanto que beso su boca…’)? ¡¿Es que te has vuelto loca, hermana?!

La llegada del teléfono móvil

La incursión del primer teléfono móvil para las hermanas fue como un hito en la historia de la tecnología hogareña. Era solo uno, es decir, todo lo que llegaba a aquel tremendo dispositivo era para las dos, sin secretos de ningún tipo. Allí se recibían sms de números todavía sin guardar y el debate se abría para decidir cuál de las dos respondía. Los mismo para las llamadas y por supuesto, para saber quién debía recargar el saldo de la tarjeta. Porque al final ambas queríamos utilizar el dichoso ladrillo-teléfono pero lo de pagarlo ya era otra historia.

Unas botas de moda y cuatro pies

Lo que pasaba todavía más a menudo era que se pusieran de moda unas botas horribles y que, para variar, la economía familiar no nos permitiese más de un par. Una madre que repetía sin cesar lo feas que eran aquellas botas, lo carísimas que habían sido, y su nula intención en gastarse una sola peseta más en algo tan horrendo. Así que la solución era compartir aquellos tanques y en muchos casos no se daba lugar a discusiones: la más rápida ganaba. Era salir del cuarto de baño y ver ese look tan acorde con las botas y salir corriendo para agarrarlas cuanto antes. Con lo que pesaba aquel calzado del infierno…

Los amigos de mi hermana, son mis amigos

Cuando eres adolescente tres años pueden parecer un mundo. Algo así nos pasaba a nosotras e imagino que a muchas de las que estáis leyendo este post. La cuestión era que cuando más intimidad buscábamos, cuando las quedadas de repente eran con los colegas pero también con ese amigo especial con el que querías pasar algo más de tiempo… Aparecían tus padres para recordarte que esa misma tarde debías llevarte a tu hermana, y que de no hacerlo tú tampoco saldrías. De pronto tu adorada hermana se convertía en una cámara espía enviada por tus padres, mirabas de reojo a tus amigas esperando que hicieran bien su trabajo y la entretuvieran para que luego no pudiera largar nada a tus padres. Ella, feliz de estar una tarde completa con los mayores, y tú mirando con ojitos de amor incondicional a ese niño que te tenía enamorada y con el que no podías tontear delante de aquella intrusa.

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