Cosas que me hubiera gustado saber antes de empezar los tratamientos de fertilidad

 

Parece mentira que a estas alturas de la película no sepamos muy bien cómo va esto de tener hijos.

Quiero decir, la teoría nos la sabemos todos, de lo que ya no tenemos tanta idea es de cuántas parejas se enfrentan a la infertilidad. No se habla de ello, no somos conscientes de qué tan grandes son las posibilidades hasta que tenemos un caso en nuestro círculo. O hasta que nos toca vivirlo en nuestras propias carnes.

Y pasan los meses, se acumulan los test negativos, nos decidimos a ir al médico y, después de unos cuantos coitos dirigidos infructuosos, entramos en el inextricable mundo de la reproducción asistida.

Mi marido y yo conseguimos gracias a la ciencia lo que la naturaleza no nos concedía, pero no negaré que fueron unos años difíciles.

Cosas que me hubiera gustado saber antes de empezar los tratamientos de fertilidad
Foto de Amina Filkins en Pexels

Es por ello que, basándome en mi experiencia personal, voy a detallar aquí las cosas que me hubiera gustado saber antes de empezar los tratamientos de fertilidad:

 

  1. El resultado no está garantizado. Obviamente es imposible garantizar que el tratamiento dará resultado, de hecho, normalmente en las primeras consultas se habla sin tapujos de porcentajes de éxito estimados. Los cuales no suelen ser muy altos. Con eso y todo, la mayoría no llegamos a entender las implicaciones de los datos que nos dieron hasta que nos encontramos con el primer negativo. Pensamos que las inseminaciones o las FIV son infalibles. Me gustaría haber comprendido desde el principio que no iba a ser tan sencillo como pintaba en mi imaginación.

 

  1. No es llegar y llenar. Crees que será cosa de esperar a que te venga la regla y ya. Unos pinchazos, unas pastillas, una eco o dos y hale, a esperar a que te hagan la analítica de control para ver si ya estás embarazada. Pues no. Después de esa primera consulta para informarte vienen los reconocimientos físicos de ambos, que no se hacen en dos días. Análisis de sangre, seminogramas, exploraciones físicas, más analíticas, espera resultados, repite esta prueba, ahora tal otra… Eso sin contar con que, una vez iniciada la estimulación, tu endometrio no tenga el grosor adecuado, los niveles hormonales no sean los óptimos o, oh dios mío, tengamos un caso de hiper estimulación ovárica y haya que pararlo todo un tiempo. La biología humana no es una ciencia exacta y en esto de la fertilidad hay demasiados factores en juego.
Cosas que me hubiera gustado saber antes de empezar los tratamientos de fertilidad
Foto de Rodnae Productions en Pexels
  1. Hay que dedicarles mucho tiempo. No es cuestión de avisar en el trabajo que mañana llegarás un pelín más tarde, tal como hice la primera vez que me sometí a una FIV. Durante unos diez o quince días, vas a tener que ir continuamente al centro médico, sobre todo los días próximos a la punción ovárica. Tienes que hacer análisis de sangre a primera hora, esperar los resultados, hacerte una eco y esperar la valoración del médico para que te ajuste la medicación en función de los resultados de las pruebas anteriores. Todo esto no se hace en media horita que te puedas escaquear del curro. Además de que no puedes prever con exactitud qué días necesitarás pedir para la captación de ovocitos y para la transferencia embrionaria. Ojalá lo hubiera sabido, me habría planificado de otra forma y habría sufrido mucho menos estrés y ansiedad.

 

  1. Paciencia. Someterse a una FIV es todo un ejercicio de paciencia. Ya no solo por el tratamiento en sí, sino también porque necesitas grandes dosis de paciencia para soportar las esperas entre pruebas y consultas. Es el ve a esta sala, espera un rato. Ve a tal otra, espera a que te pasen. Espera que te digan. Espera que haga efecto. Vuelve a la consulta. Vuelve a esperar a que te llamen. Oooooommm. Paciencia, amiga. Paciencia.

 

Cosas que me hubiera gustado saber antes de empezar los tratamientos de fertilidad

 

  1. Te sientes como ganado. Repito que hablo desde mi experiencia personal, pero con nueve ciclos de FIV a mis espaldas, creo que puedo afirmar que en muchos momentos el procedimiento te hace sentir que eres una cabeza de ganado. El trato es más humano, menos frío y estandarizado en la privada (solo faltaba, con lo que pagas). Pero en la sanidad pública, es otro cantar. Entiendo que es complicado, las unidades de reproducción asistida están al límite y no dudo que usan los recursos materiales y humanos de los que disponen de la mejor manera posible. Simplemente me hubiese gustado haberlo sabido antes, no padecerlo de nuevas en un momento en el que te sientes tan sensible y vulnerable.
Cosas que me hubiera gustado saber antes de empezar los tratamientos de fertilidad
Foto de Mart Production en Pexels
  1. Fucking hormonas. No sabes la importancia que tienen las hormonas en tu vida, tu cuerpo y tu estabilidad mental hasta que te metes en un tratamiento de fertilidad y empiezas a bombardear tu sistema con toda la medicación necesaria para ayudarte a conseguir el tan ansiado embarazo. Es como un síndrome premenstrual multiplicado por mil millones, cuyos efectos se prolongan dos o tres veces más de lo habitual. Tanto a nivel físico como a nivel mental. Nada más que decir.

 

  1. La opinión de los demás. No me había planteado lo juzgada que me iba a sentir por aquellos que estuvieran al tanto de mis actividades para intentar ser madre. De haber sabido los comentarios que iba a tener que escuchar, o los prejuicios que algunos tendrían sobre mis hijos a causa del método por el que conseguí traerlos al mundo, habría mantenido la boquita cerrada en muchas ocasiones.

 

Pero era mi cuerpo el que se sometía a los tratamientos, fuimos mi marido y yo los que tomamos las decisiones que tuvimos que tomar para lograr nuestro objetivo. Y no podemos estar más felices con los dos encantadores resultados que obtuvimos.

Así que, pese a las dificultades, volveríamos a hacerlo del mismo modo.

 

 

Imagen destacada de Amina Filkins en Pexels