Hermanas mayores. Esas grandes sabias a las que les quitamos la ropa y que nos suavizan el camino con nuestros padres.

Espera…pero…¿y qué más tenemos que decir de nuestras hermanas mayores?

 

Dicen que las hermanas mayores ejercen una gran influencia sobre ti.  Mi hermana lo consiguió desde pequeña, cuando me hizo creer que la muñeca nueva era la suya y la de la cabeza rota era la mía. 

Ella influenció mis primeros gustos musicales y frases memorables como aquel “sufre mamón” de los Hombres G. 

También contribuyó en mi forma de vestir, ya que heredaba su ropa, menos aquellas veces de la moda “hermanas vestidas igual”; y los libros del colegio con todos sus corazoncitos con nombres de chicos incluidos.

La hermana mayor tiene el poder, puede conseguir que te dejen llegar más tarde o que no te dejen salir. Tus padres pueden fiarse de su palabra porque claro…es más mayor y sabe de lo que habla.

Así que claro, yo decidí leerme su diario entero para luego amenazar con contar algo a nuestros padres.

Tu hermana mayor incluso consigue tener pluriempleo: jueza “esa falda te hace el culo gordo”; profesora “es la última vez que te explico las ecuaciones, es que no entiendes nada”; policía “si vuelves a escuchar en el otro teléfono, me quedo con tu paga”.

No olvidemos que a veces también es el guardián de tus secretos: desde el escondite de ese paquete de cigarros, hasta no decirle a tus padres que te has ido con Pablo y no con Paula.

Además, sí, reconozcamos que sus consejos en momentos de alerta roja siempre son los más acertados, aunque muchas veces las mandemos a freír espárragos. Pero jamás, y digo, jamás, reconoceré que aquellos “te lo dije”, “es que es un imbécil”, “ni se te ocurra escribirle”, han sido las palabras más sabias que he oído nunca.

Porque no se puede negar, las hermanas mayores son unas sabias.

 

Miriam Gonzalo