¿Alguna vez has sentido la presión de tener que adaptarte a las personas con las que estás en ese momento para conseguir agradarles? ¿Has entrado en bucle después de una conversación en la que has dicho algo que la persona con la que hablabas no estaba de acuerdo? ¿Cómo llevas las críticas: son una oportunidad para crecer o te desmoralizan completamente?

Muchos de nosotros nos hemos llegado a creer que necesitamos gustar a todo el mundo y soñamos con la aprobación y validación de todos al mostrarnos como realmente somos. Sin embargo, nos vemos recibiendo críticas y opiniones por todos los lados y, sin darnos cuenta, vamos intentando adaptarnos para encajar en un sistema que hemos construido entre todos. Pero, ¿realmente necesitamos una validación externa para desenvolvernos en este mundo tal y como somos? ¿Cuál es realmente el objetivo: llenar nuestra autoestima en función de lo que los demás crean?

Cuando nos pasamos la vida intentando esconder nuestra esencia por miedo de ser juzgados y no encajar, puede incluso pasar que dejemos de conocernos a nosotros mismos para moldearnos a los demás. Ahí es cuando yo me pregunto si deberíamos dejar de darle importancia al aplauso ajeno y realmente buscar nuestro bienestar y salud mental.

En mi caso, he decidido empezar a vivir de forma libre. Cuestionarme todas aquellas cosas que antes daba por sentadas, definir mis propias condiciones, intentar entender qué es aquello que me hace soñar despierta y qué otras cosas son tan importantes en mi vida que no podría ser feliz si tuviera que renunciar a ellas para gustar a una persona. He decidido no juzgarme en base a lo que otras personas piensen de mí, sino a mi criterio e intuición. Siempre estando abierta a escuchar, pero con esa mirada crítica en la que tanto he tardado en confiar.

 

 

Y sí, probablemente a mucha gente no le parecerá bien, no todo el mundo vibrará en la misma sintonía. Y no pasa nada: la vida siempre está llena de opuestos. Ellos no estarán equivocados y yo en lo cierto, puesto que no hay una verdad absoluta. No hay nada malo en mí, pero tampoco en ellos. Simplemente no podemos aportarnos nada el uno al otro en ese momento. Sin embargo, es importante respetar y apreciar a los demás, aunque piensen lo contrario, pues es lo que a nosotros nos gustaría recibir de ellos. Y es que no hay bueno ni malo, mejor ni peor, no estamos compitiendo. La belleza está en aprender a coexistir y en respetar la vida en todas sus expresiones.