De niñas jugabais a las Barbies, al “Diseña la Moda” o cantabais canciones de Bom Bom Chip juntas.

Fuisteis creciendo y las muñecas se cambiaron por el “Línea Directa”, el “Diseña la Moda” por prestaros ropa y el grupo infantil por los Backstreet Boys. 

Quizá seguisteis juntas en la adolescencia o conociste a una nueva mejor amiga con tu cambio de colegio; esa a la que le contabas tus secretos, de la que sentías su casa como la tuya, la que era tu aliada para rogarles a tus padres ir a la discoteca de tarde de moda. Tal vez esta misma siguió siéndolo en la universidad, o puede que apareciera otra con la que compartir tus primeros jueves, con la que era mejor quedarse en la cafetería que ir a clase, la que se convirtió en tu hermana al compartir piso.

¿Quién no ha sentido esa conexión especial con una amiga?, ¿Quién no se ha sentido la más afortunada por tener el título de ser LA MEJOR de ellas?

Tuve una mejor amiga, una de verdad, a la que hoy en día adoro, pero ya no tiene ese papel. Nuestras vidas se bifurcaron hace mucho tiempo. Y no pasa nada. La vida cambia, y las personas que nos rodean y los roles que desempeñan también. A partir de ella, las que vinieron después fueron buenas amigas, pero el título de “la mejor” le quedaba muy grande a aquella que erradamente consideré como tal. 

Y entonces creces, te conviertes en adulto, tienes las ideas claras, sabes lo que quieres en tu vida y sobre todo lo que no. 

Creo que esto fue lo que hizo que encontrara a mi mejor amiga casi a mis 30 y superados los de ella. Con esta edad nos conocimos de verdad y pudimos hacerlo porque ya nos entendíamos y queríamos a nosotras mismas.

No creo que el tiempo sea un valor apropiado para medir una amistad, pero de serlo…nuestros años juntas cuentan como años caninos, ¡que para eso somos un poco perras!

Y entonces, quedas cuando te apetece de verdad y no tienes que poner excusas si no es así. Los jueves de cañas y confidencias se convierten en sagrados. Sabes lo que piensa exactamente sin necesidad de verbalizarlo. Te alegras de sus éxitos y lamentas sus fracasos. 

Y sobre todo, sabes que pase lo que pase, cual Meredith y Christina, ella será siempre tu persona, tu medio limón y tu alma gemela. 

Marta Freire