Afortunadamente, cada vez hablamos con menos tapujos de la menstruación, reivindicamos nuestro proceso hormonal, abrazamos nuestros ciclos y denunciamos la invisibilización de enfermedades como la endometriosis y el síndrome de ovarios poliquísticos. Todo bien hasta aquí, pero de la menopausia no se habla. Hay un silencio general alrededor del tema… ¿por qué? Porque la salud menstrual siempre ha sido ninguneada, pero si encima esto atañe directamente a mujeres que ya no van a engendrar vida pues apaga y vámonos.

Por regla general lo único que reconocemos de la menopausia es el tema de los sofocos, llegando incluso a utilizarlo de manera jocosa, divertida y sin maldad (ya, claro). Estoy segura de que el «uy, qué sófoco… estoy menopaúsica perdida» lo hemos usado más de una sin por supuesto ser nada de eso y sin pararnos a pensar en lo terrible de la frasecita. Pero hay casos mucho peores en esto de ponerle connotaciones negativas a la menopausia, podéis respirar tranquilas.

La menopausia se asocia directamente a la madurez femenina (obviando absolutamente los casos de menopausia precoz o quirúrgica) y casi siempre de manera peyorativa. Porque ya sabéis, las mujeres debemos permanecer jóvenes, firmes y sexualmente deseables el mayor tiempo posible, en caso contrario nos convertimos en unas auténticas dejadas o en unas agradables abuelitas que no han roto un plato en su vida. Teniendo en cuenta esto no es raro escuchar comentarios utilizándola como arma arrojadiza para desprestigiar a la mujer madura: MENOPAÚSICA (se ha visto hasta en películas y casi siempre en el marco de una «pelea de gatas», así que puntuación extra en machismo), porque claro llegadas a este punto solo nos queda la senectud (¡meh!). Pero también se utiliza parte de su sintomatología como elemento directo de mofa: «está buena para su edad, pero seguro que está más seca que la mojama». Asco infinito. ¿Y qué me decís de los típicos (muy propios de la regla) «déjala que está insoportable y menopaúsica perdida»? Bien de empatía con los cambios hormonales…

Pero hay más, porque la cultura audiovisual no va a dejar nunca de mandarnos mensajes terribles. ¿Os acordáis de Sexo en Nueva York 2 (la película) cuando Samantha se dedica a comer hummus como una loca después de que le confiscaran su tratamiento hormonal en aduanas? Todo para intentar mantenerse joven, espléndida y llena de ese colágeno que se supone que perdemos cuando dejamos de menstruar. Todo porque cree haber perdido su mojo sexual. Vale que es una caricatura, pero las caricaturas siempre tienen algo de verdad y la presión social está ahí, bien presente…

Así que digo yo que lo ideal es que empecemos a hablar de la menopausia de manera natural para desestigmatizarla, porque cada mujer la padece de una manera distinta (como casi todo) y porque es muy enriquecedor compartir vivencias, acabar con los tabúes y dejar sin argumentos a quienes pretenden llenarla de significados negativos.