¿Sois de esas frikis geniales que se pasan la tarde viendo telenovelas? Lo podéis reconocer, no tengáis vergüenza.

Es un consumo televisivo para un grupo muy selecto de personas que creen en el drama con final feliz. Puede que no os sintáis comprendidas, no todo el mundo es capaz de aguantar más de cien capítulos de drama, felicidad, amor, desamor, odio, gente buena, gente mala, separaciones, malentendidos, peleas y discusiones. Es una auténtica montaña rusa de sentimientos en la que, si eres una telenovelera de verdad, vas a sufrir. No pasa nada, es una buena cualidad, tienes la capacidad  de empatizar con los personajes. Hasta aquí todo parece estar bien, eres apasionada. 

Sueñas con qué pasará en el próximo capítulo, cómo se conocerán los protagonistas, cómo surgirá el amor. El flechazo, el destino, el amor verdadero. Puede que te llegues a obsesionar un poco, incluso de noche se pueden colar en tus sueños, pero es fantasía. ¿Lo tienes claro, no? Es ficción. Esas cosas, por muy bonitas que sean, no suelen pasar. 

Si lo tienes claro, todo está bien. En este caso, estarías fuera de peligro. El problema mayor empieza cuando fantaseas con vivir tu propia telenovela, hasta tal punto, que buscas al amor de tu vida hasta debajo de las piedras. ¿Será un vecino? ¿El butanero? ¿Un viejo amigo? ¿Quizás el chico guapo de la clase de tonificación? Buscas, analizas. Crees que lo has encontrado. Miras a cada persona, y te imaginas que se dirige a ti y te dice: “Estoy enamorado de ti y ya no puedo esconderlo más”. Conoces gente, y pierdes oportunidades. No ha surgido de forma idílica, no es el amor de tu vida. Sueñas despierta, te pones nerviosa y te impacientas. Quizás sea verdad, quizás pueda pasar, pero puede que no.

De la etapa de búsqueda, se pasa a la de frustración por no alcanzar los objetivos. Tu percepción de la realidad ha sido distorsionada, y te sientes mal. Empieza el enfado, el coraje. ¿Por qué no me pasa a mí? ¿Por qué no puede existir en la vida real? ¿Es que nunca va a ser mi momento? Pierdes la esperanza y dejas de creer en el amor. Tiras la toalla y tu momento de ver la telenovela, se convierte en un trago amargo. ¿De verdad te merece la pena no disfrutar de tu hobby? Amiga, tienes que aprender a distinguir la realidad de las tramas escritas por guionistas.

Las telenovelas son muy bonitas, todo parece destinado a ti. Sé que quieres vivir un amor así, créeme. Pero, ¿también te gustaría pasar por esos malos ratos? A veces, y solo a veces, te encuentras con una bruja mala, pero a esas las puedes identificar rápido, son envidiosas y las ves venir desde lejos. El amor no debe ser tan difícil, el amor es sencillo y bonito. No es una competición. Y llega, aunque tarde, termina llegando. No desesperes, no necesitas tanto lío para estar con la persona que quieres, luego es todo muy natural.

Disfruta de ellas, siéntelas, pero no las confundas con la realidad, no las quieras convertir en tu vida, en tu día a día. Están geniales para un rato, pero son ficción, y no olvides esto que te digo… La realidad supera mil veces a la ficción, y si no, ya lo comprobarás. Mientras tanto, alégrate la vista con esos galanes y esas mujeres fuertes y valientes, con las haciendas paradisíacas y esas localizaciones de ensueño, que lo demás ya vendrá a su debido momento.

 

Inma Jurado

 

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