MI PRIMO VIENE DE VISITA E INTENTA LIGAR CONMIGO

 

Esta semana ha venido uno de mis primos de visita. Es el hijo del hermano mayor de mi madre, o sea que somos primos carnales, pero no tengo mucha relación con él porque viven en Alemania. Tan solo le había visto un par de veces durante mi infancia, cuando yo tenía sobre cinco años y él nueve o diez. Ahora es todo un hombre de treinta años, alto, fuerte, y con unos rasgos del todo curiosos, pero que le hacen muy atractivo, resultado de la combinación de los genes españoles de mi tío y los genes alemanes de la mujer con la que se casó. No os voy a negar que cuando lo vi por primera vez, llamó mi atención, pero enseguida dejó de tener cualquier tipo de atractivo para mí, porque claro, es mi primo. 

Pasamos unos días de lo más familiares con él, enseñándole las muchas riquezas de las que disponemos en nuestro país: mar, montaña y comida, mucha, mucha comida. Todo parecía seguir el curso normal de los acontecimientos, pero recientemente he empezado a notar señales extrañas en lo que al comportamiento de mi primo se refiere. En concreto, en su forma de tratarme. 

Lo primero que llamó mi atención ocurrió la otra noche, cuando decidí llevármelo de fiesta con mis amigos. Me dejé llevar por los prejuicios y di por hecho que mi primo, al ser alemán, no tendría mucha sangre en el cuerpo a la hora de moverse al ritmo de la música. Estaba totalmente equivocada, bailaba muchísimo mejor que la mayoría de los que estábamos allí. Llegado un punto, se puso a bailar conmigo una canción de reggaeton, y luego otra, y otra… Al final pasamos gran parte de la noche bailando juntos y muy pegados, de una forma incluso sensual. Si me hubiera pasado eso con un desconocido, habría pensado que existía cierto interés sexual, pero como se trataba de un familiar, no quise darle importancia. 

Al día siguiente, estando de resaca, decidimos hacer tarde de peli y mantita. Yo no sé en qué plan veis pelis con vuestra familia, pero a mi primo le dio por acurrucarse, darme abrazos y hacerme caricias en los hombros. Ahí empecé a sospechar realmente que podía gustarle. Quizá en Alemania son muy cariñosos, pero tengo entendido que suele ser al contrario, son más fríos y distantes que nosotros. O puede que él pensase que los españoles somos tan cercanos que es normal que un casi desconocido te esté sobando todo el tiempo. Es cierto que con mi familia en general soy más cariñosa y podemos darnos algún que otro mimo de vez en cuando, pero aun así, considero que no teníamos la suficiente confianza como para llegar a ese punto. 

Como os podéis imaginar, desde ese día la incomodidad que sentía fue en aumento. Intentaba evitar esos momentos “íntimos” con él, sin tampoco querer dejarle de lado del todo. Al fin y al cabo, era mi invitado, y quería que se sintiese cómodo. 

Fui sobreviviendo a la situación bastante bien, y el tiempo fue avanzando sin más incidencias. Creí que la tormenta había pasado cuando, el día antes de que mi primo volviera a su país, ocurrió lo que más temía. Entré en el baño dispuesta a darme una ducha, sin darme cuenta de que ya estaba él dentro. Iba con prisa, y ni siquiera escuché el sonido del agua cayendo. Vamos, que se lo vi TODO. 

Enseguida cerré la puerta y le dije que lo sentía. Lo que no me esperaba es que me respondiera diciendo que podía pasar, que no le importaba que le viera desnudo. “Te estás pasando”, pensé. Esa misma noche tuve un sueño erótico con él. Os juro que creía que me estaba haciendo algún tipo de brujería para que me sintiera atraída por él, y sentía que empezaba a funcionar. A la mañana siguiente tuve que llevarle al aeropuerto yo sola. La tensión, sexual o no, se palpaba en el ambiente. Yo me moría de vergüenza e incomodidad cada vez que había contacto visual. Él, sin embargo, se reía, lo que me convencía todavía más de que estaba jugando conmigo. 

Finalmente cogió su avión de vuelta a Alemania y todo se quedó ahí, pero espero que tarde mucho en volver y que se informe bien de cómo funciona la cultura española, que lo de “cuánto más primo, más me arrimo” no hay que tomárselo al pie de la letra. 

Anónimo