¿Te has tropezado llevando un montón de apuntes en la mano y no ha venido el guapo de turno a ayudarte?, ¿Te has peleado con un desconocido por el último Donut de la cafetería y no has acabado casándote con él? No me digas que tampoco has irrumpido la boda de tu mejor amigo porque te has dado cuenta de que estabas enamorada de Él, y ¡Oh, sorpresa! Él también de ti.
Cariño, estás en el lugar indicado. Hoy vamos a desaprender lo aprendido con las películas de amor.
Vamos a imaginarnos una típica comedia romántica en la que chico conoce chica en la cola del súper, Él la deja pasar ya que lleva pocas cosas y Ella resulta ganadora de un viaje a una isla paradisiaca para dos personas, porque es la clienta número un millón. Los dos tienen relaciones aparte (nada serio), pero se lían la manta a la cabeza y deciden irse juntos; ya que si no hubiese sido por ese chico NUNCA le hubiese tocado ese viaje. ¿El viaje? De puta madre. Están todo el rato riendo, follando, comiendo, bailando y bebiendo. Se enamoran. Uno de los dos se ralla por su anterior pareja, el viaje acaba y dejan de verse. A las semanas se dan cuenta que no pueden vivir el uno por el otro, vuelven, se besan, son felices y comen perdices.
PUES CHIC@S, QUE NOS ESTÁN ENGAÑANDO, QUE ES TODO MENTIRA, que esas cosas así no pasan. Y yo quiero compartir con vosotras algunos de los motivos por los que he decido dejar de creer en este tipo de historias:
- El amigo gay: Chicas, no siempre vais a tener un amigo gay que os diga qué ropa poneros o qué hacer con vuestro pelo. Y si lo tenéis, espero que le encante vuestra forma de ser, vestir y llevar el pelo. Que nos pueden dar consejos, pero…¡Dejad de insinuar que tenemos que cambiar para gustarle a nuestro crush!
- Las declaraciones de amor: En mitad de un partido de fútbol americano bajo la mirada de miles de personas, por la megafonía de un centro comercial, sobrevolando la torre Eiffel en un jet privado… Es que, de verdad, ¿En todas las declaraciones se tiene que enterar TODO el mundo? ¿Nadie ha pensado en que también existen las declaraciones íntimas y que no hace falta proclamar a los cuatro vientos lo que quieres a tu pareja? Y sobre todo, ¿de verdad ningún director de cine ha pensado en hacer una pedida de matrimonio en casa, con mensajes secretos en croquetas? Eso sí que es romántico. ¡Dejaos de rollos raros!
- Las casas de los protagonistas: ¿Por qué todo el mundo tiene una casa grande o un piso en el centro de Nueva York? ¿Qué clase de trabajo tienen para poder pagarse esa clase de pisos? ¡El amor en pisos compartidos también existe! No hace falta tener que hipotecar tu vida para encontrar el amor verdadero, en serio.
- Los pedos: A ver, no es por ser desagradable ni escatológica, pero la gente normal se los tira. Los protagonistas de las pelis románticas, no. ¿Cómo es posible que en una pareja que pasa 24 horas, no se tiren un puto pedo? Eso no es normal y, además, es preocupante. Esa gente debería estar en el médico tratándose ese problema, y no de crucero por el mediterráneo.
- Los finales felices: Amiguis, supongo que lo sabéis, pero las mejores relaciones del mundo, las que parecían irrompibles, no tienen por qué ser para siempre. Yo he vivido amores muy intensos que he pensado que serían para siempre, y no lo han sido. Y no pasa nada. El problema es que en algunas ocasiones, nos esforzamos porque algo salga bien y siga funcionando, aunque en el fondo sepamos que está muerto. Porque eso es lo que nos han enseñado. Porque si algo hemos aprendido de las películas de amor es que todo se arregla, que ser soltero es sinónimo de soledad y que para ser una mujer exitosa hay que encontrar el amor.
Pues señores y señoras directores y guionistas de cine, estáis muy equivocados. No tengo pareja y, sobre todo, no la necesito para ser feliz. Y, aunque os cueste creerlo, mi éxito se basa en las metas que yo me pongo y el amor lo encuentro en cada paso que doy: en mis amigos, en mi familia, en mi perro y en hacer lo que me gusta. Y si viene alguien , me enamoro y es recíproco, lo viviré como las más romántica empedernida del mundo, pero con los pies en la tierra.
