Como habréis notado en la última década las despedidas modo “pene en la frente y striptease” han pasado a la historia ¡POR FIN!.

Yo he ido a varios tipos de despedidas y no sabéis lo casposo y retrógrado que es ver a seres humanos (tanto hombres como mujeres) babeando por un/a total desconocido/a que se está desnudando al ritmo de la música.

La primera a la que fui era de acompañante de un muy buen amigo (las chicas que se casaban invitaron a todos sus conocidos indistintamente de su sexo y él decidió ir con acompañante por si acaso). Recuerdo que yo tenía 19 años. La cena fue divertida, mucha comida y mucha sangría, y con el postre llegó ella: La chica que se iba a desnudar. Aquí hay varios factores a evaluar. El primero es ¿por qué llevan disfraces de profesiones totalmente sexualizadas? El segundo ¿por qué se toman la libertad de tocar y restregarse sin autorización? Y la tercera ¿hasta cuánto se supone que tienes que soportar? Porque a mi sinceramente me incomodó ver como una desconocida se quedaba sin ropa frente a mi. Creo que la situación en general me generó un pequeño shock instantáneo que me duró hasta media noche.

La segunda a la que fui me informé antes de cuál iba a ser el plan. Era la boda de mi primo y quedamos en llevarnos a la novia a pasar la tarde en la playa y a tomar algo después. Por suerte iba a ser TODO lo contrario a la anterior: Fiesta apta para niños de todas las edades (de hecho ella fue con su hija y yo con el mío) y quizá algunos retos tontos que superar. Si no recuerdo mal a las 10 de la noche estábamos todas en casa. Ningún susto, ninguna incomodidad. Todo ok.

La tercera fue de dos muy buenas amigas mías que se casaban simplemente por agilizar trámites y papeleos. Al principio no iba a haber ni despedida ni ceremonia, pero al final les organizamos ambas cosas nosotras sin su supervisión. La despedida fue una gran fiesta por el pueblo, ruta de bares y afterparty con bola de discoteca y máquina de humo en su casa. Mucho alcohol y nada de penes o vaginas en la cabeza, solamente dos disfraces de monjas y unos silbatos. ¿Nos querían matar? Sí. ¿Se lo pasaron bien? También. Recuerdo que al día siguiente la única sin resaca era yo.

 

Cuando ya creía haberme librado de todo susto después de estas experiencias, y al ver que la tradición erótico-festiva de diademas de rabos y boys restregándose había quedado obsoleta… Entonces mi mejor amiga me dijo que se casaba, y que POR SUPUESTO quería que fuera una de sus damas de honor. O, mejor dicho en este caso… Su Dama de Horror.

Ella hacía dos bodas, la “del ayuntamiento” dónde iban los familiares y la de “la fiesta gorda” para todos los colegas. Así mismo al final se tuvieron que organizar dos despedidas: Una apta para la familia y otra con el grupo de amigas e invitadas a la boda. Fue todo un despropósito.

La familia se la organizó sin tener en cuenta las preferencias de la novia aunque les advertimos que no le iba a hacer gracia: Vuelta en limusina con cava, cena en un restaurante con otras cincuenta despedidas a la vez, retos y bailes en el escenario, y por supuesto striptease. La parte de la limusina aún salió medio bien, pero cuando vio donde la iban a meter se le transfiguró la cara. Habló con su madre y con su prima y les dijo que ella se quedaba a cenar sin problema, pero como se le acercase el boy se iba. Yo fui únicamente porque era consciente que mi amiga iba a reaccionar así y quería contener un poco la situación, pero cuando empezaron los striptease grupales la que hice bomba de humo con la excusa que ya me venían a recoger (y que el niño estaba muy cansado) fui yo.

La otra la organizamos a escondidas entre las damas de honor y las demás colegas de la novia en un restaurante normal y corriente, con mucha comida y barra libre, y después salimos de fiesta por su barrio preferido de la ciudad. Bares con música punk y rock y nada de disfraces, ni limusinas, ni striptease; solo calimocho, viajes a fuera para fumar y algún que otro al baño. Ella lo pasó bien y nosotras también, que era el objetivo.

Con esta comparación quiero enfatizar la importante cuestión ¿la gente quiere una despedida para ellas mismas o para la persona que se casa? Es decir: Cuando me vi metida en el meollo de lidiar con lo que quería la familia de mi amiga y lo que quería ella me di cuenta de que es importante pensar en la persona que tenemos delante y adaptarnos a ella en lugar de obligarla a que se adapte a “la tradición” o a lo que nosotras queremos hacer.

Fue un mes y medio en el infierno: Proponer planes, hacer grupos de whatsapp y llamadas, de perseguir a personas desconocidas, y de que al final todo saliera mal. Cuando os digo “dama de horror” lo digo muy en serio porque esas semanas las viví como una pesadilla de la que no puedes despertar.

Moreiona