Hace ocho años, cuando mi marido y yo nos conocimos, parecíamos el conejo de Duracell. Dale, y dale, y dale. Y sobre todo dura, y dura y dura.

Las 9 de la mañana, las 3 de la tarde, las 12 de la noche…cualquier hora era buena. Y nos daba igual que justo acabáramos de comer, o de cenar, o de correr una maratón.

Ahora, si nos dejan, también podemos durar horas en la cama. Pero durmiendo.

 

¿Qué ha cambiado en estos ocho años? Mis dos retoños.

En serio, ¿de dónde sacáis la energía? La gente que conozco que tuvo a su primera criatura más o menos a la vez que yo está teniendo ya su segundo. ¡Algunas valientes incluso su tercero! Y yo no puedo parar de preguntarme ¿Cómo?

En serio, contádmelo.

Según un estudio que he realizado en la Universidad de mi casa, para follar a gusto hay tres variables para tener en cuenta: tiempo, energía y ganas. Las tres tienen que estar alineadas para echar un polvo medianamente decente.

Vamos a imaginarnos, por ejemplo, que queremos intentarlo durante el día. Los peques solo llevan una mañana despiertos, por lo que nosotros aún tenemos la energía a tope.

Ahí ya, podemos descartar entonces de lunes a viernes, porque mi marido esta trabajando. Además, podemos descartar los domingos que trabajo yo. Por lo que solo nos quedan los sábados.

Sin embargo, el sábado que decidimos “hoy mojo”, y tenemos las ganas al 100%, uno o ambos de mis enanos deciden “hoy no se duerme la siesta”, y los planes a la mierda.

Porque ahí tenemos energía y ganas al 100%, pero el tiempo a 0.

Entonces, durante el día descartado.

En ese caso, imaginemos que lo dejamos para la noche, cuando se han ido a dormir.

No sé vosotros, pero a mí, el estar todo el día corriendo detrás de ellos en el parque, jugando a la pelota, nadando en el parque de bolas, me agota. Me deja tan agotada que muchas noches me quedo dormida en su cama cuando les echo a dormir y me dispongo a contarles un cuento. Digo yo, pero muchas veces también es mi marido el que está frito en la cama con el libro en su cara.

Además, hoy en día, con la barriga llena tengo cero ganas de moverme.

Así que aquí tenemos tiempo 100%, pero energía y ganas al 0.

Y me diréis, pues prepara un día menos activo para ellos y arreglado. Pero si no me encargo bien de reventarles durante el día, cuando les meto a la cama me dicen que me duerma yo si eso, que ellos no están cansados. Por lo que energía y ganas al 100%, tiempo al 0%.

Algún día nos planteamos merendar fuerte y no cenar con ellos, sacar energía de donde haga falta y en cuanto se queden dormidos ponernos al lío.

Teoréticamente ahí tenemos la perfecta combinación de tiempo, ganas y energía. Y a veces nos funciona, pero muchas otras veces entra en juego una cuarta variable: el sabotaje.

Justo el día que todo está saliendo según lo planeado, a mi me da la migraña, a mi marido le da un ataque de lumbago, o mi madre llama con ganas de hablar.

El mes pasado estuvimos toda la semana planeando el polvo del miércoles por la noche, puse a los enanos a dormir, nos pusimos al lio, y nos llamó la vecina pidiendo que la lleváramos al hospital porque se había caído por las escaleras. ¿Qué le digo? ¿Lo siento, no puedo, tengo que follar?

Y en esas estamos, en un quiero y no puedo constante. ¿Existen las polvonannies? Niñeras que vienen y se llevan a los enanos durante 20-30 minutos para que una pueda echar un kiki a gusto… ¿Sabéis si las cubre la seguridad social?

Que vamos, que nosotros no queremos tener más críos, pero por lo que recuerdo la técnica no difiere mucho a cuando simplemente lo quieres hacer por placer.

¿Alguna que me ilumine y me cuente el secreto? ¿O que se ofrezca para ser nuestra polvonanny?

Andrea M.