Qué mal eh, que saquen la vacuna ya porque creo que estoy al borde de la muerte chochil. De verdad que hay días que le escucho, que siento que me habla, que mi grita, que me susurra: ‘Mari por favor, necesito compañía. Mari por favor, me tienes sola noche y día. Mari por favor, dame una alegría. Mari por favor, antes que bine me caías. Maria por favor, o me traes un pollón o me tiro a las vías’.

Y yo la quiero ayudar, yo le quiero responder, yo le quiero decir que una noche cualquiera nos vamos a meter dos rabos juntos por ahí, pero claro, le he mentido tantas veces que ya no me cree, esto va a acabar siendo como el cuento de Pedro y el lobo, el día que vaya a follar no me lo voy a creer ni yo. 

Yo es que soy mucho de follar, la verdad. Me encanta. Soy clienta VIP hasta en un club de swingers, pero yo no tengo swing. Me planto allí sola, con el chocho bien abierto y me tiro a todo lo que se mueve y que me entra por los ojos del alma (del alma, sí sí). Señoras, señores, me da lo mismo, que lo mismo me da. A mí me gusta el amor, el instinto, lo animal, el sexo en sí mismo y los orgasmos, buah, los orgasmos me encantan, creo que es mi parte más favorita de la vida.

Pero claro, ahora hay Covid y estoy bien jodida. ‘Pero Mari, tira de agenda’, me dirás tú. Pero cari, no es lo mismo, a mi me va el mambo duro, no quedar con el vecino pa que me coma la chocha con cara de asco y sin ganas.

Yo sé que aquí no tengo derecho a quejarme, que hay personas que lo están pasando peor que yo, que lo de menos en esta pandemia es lo de no follar… Pero permitidme que me cague en todo lo cagable porque de verdad que tengo el chocho pa reventar de lo potroso que está. Desde que empezó toda esta vaina me he comprado SIETE UNIDADES DE JUGUETES SEXUALES. El satisfyer, el mambo, la mazorca, una maquina que la plantas en el suelo y te folla de forma automática, el huevo que parece que es una lengua, el dildo que se pega en la pared de la ducha y uno de esos que era muy bonito, pero que a efectos prácticos son una mierda. Los he combinado de todas las maneras posibles, uno por delante, otro por detrás, otro al clítoris, pero nada, que no, que no hay manera, que no es lo mismo.

Yo quiero comerme un chocho, mientras hago una paja y me dan duro en todo lo oscuro, yo quiero revolcarme con siete personas en una habitación, usar en una noche doce condones, preocuparme con sentido por tomarme la píldora, echo de menos hasta a la camarera del sitio que me pone los cubatas a dieciséis euros. Echo de menos todo lo que tiene que ver con mi vida de antes del COVID.

La gente se preocupa por saber cuándo podrá ir a un concierto y verlo de pie, cuándo podrá ir a una discoteca y perrear al Don Omar hasta el suelo, cuándo podrá tener una cita Tinder en condiciones. Yo me preocupo por saber cuándo podré tener tres pollas a mi disposición. 

Amargada, desesperada y sin saber cuándo podré disfrutar de mi pasatiempo favorito, me despido de vosotras. No lloréis por mi, mi chocha ya está muerta. 

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]