Soy Tcae, lo que vulgarmente se conoce como “limpia-culos”. A día de hoy queda demostrado, o eso esperamos, que aunque es muy honroso ser “limpia-culos”, ya que mantenemos a la persona con una higiene adecuada y que esté confortable, nuestras funciones van más allá. Como por ejemplo poner termómetros o pulsioximetro, dar medicación, cambiar bolsas recolectoras, ayudamos o hacemos el lavado y vestido a los usuarios, los desplazamientos, alimentación oral o por sonda, y así, un sin fin más. Pero considero que dentro de todas esas tareas, personalmente las que más me llenan son las del contacto directo con las personas. Llegas a conocerles mejor que nadie, te llena cuando consigues hacerles reír y verles felices, y te rompe cuando les ves tristes o te cuentan sus preocupaciones.
Somos el primer eslabón para esas personas, somos las que llegamos a conocerles tan bien, que con solo mirarles ya sabemos cuando algo no anda bien, y comenzamos a alertar al resto de personal, por lo que pueda pasar.
Somos el eslabón primario y fundamental de la cadena, el que sin él, sería muy difícil que esas personas prosperasen, (y no solo dicho por nosotros), y sin embargo, somos el sector menos valorado en todos los aspectos.
Dicho todo esto, mi escrito va hoy dirigido al tema actual que nos toca a todos.
En este momento no estoy en primera línea de batalla, porque al estar en una UED, tristemente, estas permanecen cerradas por ley hasta nueva orden. Pero hasta hace muy poquito estuve en el centro de mayores, allí continúan mis compañeras, esas que llegaron a ser parte importante de mi vida en todo el tiempo que estuve allí, donde siguen muchas, en el frente, con sus miedos, sus agotamientos, pero también sus fortalezas. Enfrentándose cada día a ese monstruo que tanto las intimida, pero ante el que no se doblegan, porque saben que esos mayores las necesitan más que nunca; esos mayores de los que yo me acuerdo tanto y de los que anhelo sus abrazos, sus historias, su cariño.
No estoy con ellas físicamente, pero lo estoy de corazón. Son mis guerreras.
Este escrito va, porque veo como hay muchos profesionales dejándose la vida literalmente, por salvar la del resto; y te supera, te deja devastada ver esa gente que no respeta las normas, que no valora la vida, ni la salud, ni lo que millones de profesionales luchan cada minuto para que esos inconscientes sigan viviendo. Debemos empezar a ser conscientes, esto no es un juego, no hace gracia, se han quedado muchas vidas atrás; y en todos nosotros, en la unión real del pueblo, está el camino para superar esta difícil, pero no imposible, situación.
Apoyemos de verdad a todo el personal que se está desviviendo por nosotros, de la manera correcta, siguiendo las pautas que nos dan y tendiendo la mano a todo aquel que lo necesita en estos momentos. Enseñemos a nuestros pequeños valores de calidad y no vacíos sin fundamentos. Seamos más humanos, tengamos más humildad. Importamos todos por igual, pero los más vulnerables, aún más.
Estos pensamientos, estas palabras, van dedicadas a tod@s mis compañer@s que siguen en la lucha, todas mis Tcaes, mis Dues, personal de limpieza y lavandería, mi fisio, personal de cocina y personal de dirección; en el centro de mayores que un día me abrió sus puertas mostrándome a seres tan puros y nobles como desprotegidos, por los que no hay que dejar de luchar jamás.
Mucha fuerza y un gran abrazo equipo.
Veronica.P.C. – 28.04.2020
P.D.: háganse extensivas estas palabras a todo el personal que lleva tantos días ahí fuera sin rendirse. Gracias a tod@s, sois un@s valientes.