¿Alguna vez habéis visto una película donde, que un niño “se meta” con una niña o le tire una pelota de papel todos los días en clase, se traduzca a que está perdidamente enamorado de ella? Yo he visto decenas (sino cientos) ¿Alguna vez habéis visto, en alguna de esas películas, como se habla de los sentimientos de esa niña cuando vuelve a casa? Porque no se vosotras, pero yo eso no lo he visto en ninguna.

El síndrome de la bella y la bestia nos ha acompañado a lo largo de la historia como un disco rayado. Chico malo (incluso violento) conoce a chica buena y se enamoran, pero el chico tiene un trasfondo profundísimo que le hace ser un gilipollas y ella, que baila entre la santidad y la perfección romántica, aguanta estoica para llevarle hacia el camino de la bondad y el “amor sano”. Obviamente, él cambia y ella se siente realizada porque es mejor persona gracias a ella. Esto es… mentira. 

Vivimos en una sociedad que ha romantizado las relaciones tóxicas haciéndonos creer, principalmente a las mujeres, que el amor cuanto más complicado y más nos deteriore más amor será, porque por amor todo vale (sé que parece un trabalenguas, pero se me entiende ¿verdad?) Gracias a las películas, libros o series con las que hemos crecido, hemos llegado a justificar los “tira y afloja”, los “hoy te quiero, mañana te odio” o los “ni contigo ni sin ti” entendiéndolos como un juego que termina en un “felices para siempre”.

¿Alguna vez te has sentido mal porque fulanito te ha rechazado y cuando te ha visto con otro chico se ha enfadado por los celos y habéis acabado discutiendo? ¿Te ha escrito un mensaje al día siguiente proponiéndote un plan que envidiaría cualquier personaje de Federico Moccia para pedirte perdón porque “si que quiero estar contigo, pero no sé”? Si la respuesta es no, ya sabes como identificar a la bestia. Si la respuesta es sí, déjame decirte que eres lo suficientemente bella (por dentro y por fuera) como para seguir ahí, porque ni él va a cambiar, ni las montañas rusas son seguras fuera de los parques de atracciones. 

Hoy vengo a decirte esa verdad que no siempre mola escuchar. Amiga, no te quiere. Y si te quiere, no lo hace como mereces. El chico malo no cambia, (y menos por amor) porque por lo general, cuando un chico es malo es porque da igual su género, simplemente no es una persona recomendable.  Cuando alguien te quiere no hace falta aflojar porque directamente no tiras y desde luego, nunca habrá “te odio” en el mañana. Y no te equivoques, tu amor no es más fuerte porque aguantes todo en pos de su bienestar. Tú eres la fuerte. El amor solo imita a las personas que lo sienten.  

Déjame contarte un secreto: a veces el “vivieron felices para siempre” es porque vivieron por separado y el Perro del Hortelano se escribió en el Siglo de Oro español. Si lo que te hace feliz es el “vive y deja vivir” ¿vas a ceder frente al “ni come ni deja comer”?

 

Rocío Torronteras (@rocio_tor16)