Te apuesto mi salud (esa que no tengo) a que nunca has oído hablar sobre este mind-blowing término. No te voy a culpar, es más voy a justificar tu ignorancia alegando que es un término bastante reciente (2020) y que en sí cuesta asimilar. Porque claro, un día me ves en silla de ruedas y al día siguiente me ves en el gimnasio, concretamente, en la máquina de andar (¡milagro!); o, a veces, esa misma mañana incluso he podido hacer la compra solita y por la tarde necesito mi tacataca, aka andador ¡mente sucia!

Entrando en terreno fangoso: se conoce como discapacidad dinámica la variabilidad de las capacidades de una persona. La oscilación entre ser capaz y ser incapaz.

Es decir, las enfermedades crónicas no son estables Mari Trini, se sufren por brotes que pueden durar horas, días, semanas, meses o incluso años; y eso afecta a las habilidades de la persona de forma discontinua o aleatoria, irregular más bien. A veces mis piernas están más rígidas que un nabo y necesito la silla de ruedas y otra veces, me transformo en alguien capaz y lo bordo en mi clase de yoga sin ayuda de nadie o de nada.

Y estamos hablando de ejemplos no obvios ya que para mí lavarme el pelo sin ayuda de nadie ya es un logro eh. ¿Qué? ¡Ahhh!, que no pensabas que lavarse el pelo entrase en la lista de actividades extraordinarias para las personas con discapacidad. Pues sí Mari, le doy gracias a Jesusito por la invención del champú en seco.

Volviendo al meollo.

Entiendo que es difícil romper patrones y desaprender lo aprendido, que el algoritmo te explota cuando ves a alguien conocido oscilar en sus capacidades, así por la cara. Por eso mismo, te aconsejo que si alguien en tu entorno sufre alguna enfermedad/ades crónica/s, envalentones a esa persona a usar auxiliares de movilidad siempre que lo necesite, que no hay ninguna vergüenza en ellos, que no implica ser más débil o rendirse. Al revés, dan mucha libertad, ayudan a no tener que decir no a esos miles de planes que se quieren hacer pero que no se pueden hacer debido a las limitaciones físicas.

Y si, por ejemplo, un día esa persona se siente genial, porque la medicina le ayuda, la terapia funciona o porque su cuerpo ha decidido darle un respiro sin lógica alguna o porque sí y quiere irse de caminata al campo sin ayuda, pues anímale y acompáñale. Y si todavía tienes dudas infórmate, que el internet está para algo más que para trolear y zanganear. Créeme que esa persona te va a agradecer infinitamente tu apoyo.

Por eso, la próxima vez que veas a alguien “normal” (si es que eso existe) que usa auxiliares de movilidad sin patrón aparentemente lógico (no-lógico pa’ ti), no seas gilipollas y no pongas en duda la legitimidad de su enfermedad. Déjame que te diga que la discapacidad no se elige, pero la gilipollez sí.

 

Ana Scobey Garralón