«Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación de saber que estos son los últimos versos que te escribo»; Sabina pone la letra a la noticia: este es mi último Herstory chicas. Ante todo quería daros las gracias por leerme y aprender sobre mujeres maravillosas que la Historia nos ha dado y el patriarcado ha querido ocultar: bien con «leyendas negras» o clasificándolas como locas, prostitutas o no válidas, como hemos ido viendo estos meses. Los artículos los seguiréis teniendo en la web para cuando queráis disfrutarlos.

Este último papel quiero dedicarlo a la mujer de la que surgió la idea de crear este contenido: Domicia Longina, emperatriz romana del siglo 1 (a quién le siga molestando esto, le recomiendo informarse sobre el  método didáctico del Lenguaje Fácil, todo un hito en lo que a Accesibilidad se refiere)

Bueno que me lío; yo no tenía la más remota idea de la existencia de esta mujer hasta que leí Los Asesinos del Emperador, de Santiago Posteguillo, un libro muy recomendable si os gusta la historia, Roma y los salseos varios.

Domicia sobrevivió a 8 emperadores, amó a uno de ellos y su odio la llevó a derrocar a otro. Ella encarna la historia de las mujeres invisibilizadas, las que luchan en la sombra, las que sufren las decisiones de los hombres, las que lloran en un rincón, las que nadie tiene en cuenta. Este Herstory quiero dedicarlo a todas las que han habitado el mundo como un fantasma,  a las que no han sido tenidas en cuenta, a las que estaban detrás: compañeras, para mí (independientemente del siglo en el que hayáis vivido) siempre estaréis por delante.

Y ahora sí, nos adentramos en la vida de esta admirable emperatriz: Longina nació a mediados del siglo 1 en una familia aristócrata muy importante, pero, desde pequeña, su vida se trunca: su padre es obligado a suicidarse porque Nerón, emperador de Roma en aquel momento (nos suena supongo, el que quemó la ciudad y salía en Quo Vadis (la peli de todos los Viernes Santo de la 1) y eso) estaba celoso de sus éxitos militares: le propuso o que bien lo mataba a él y a toda su familia o bien se suicidaba y los salvaba: el señor eligió la 2 opción claro.

Este episodio marcó a Domicia tanto que se sumió en un estado de depresión continuo. Su primer matrimonio será con el senador Lucio Elio, un hombre que le devolvió la estabilidad y la alegría, pero ay amijas, sabemos ya por el resto de herstories, que esto dura poco. Tenía fama de ser muy guapa y eso supuso su tortura: se fijó en ella el hijo pequeño del, en estos momentos, emperador Vespasiano (el que hizo el Coliseo): Domiciano, un señor que hoy catalogaríamos como psicópata.

Este es Domiciano

Domiciano, amenazando a Lucio, consigue que se separe de su mujer. A Domicia la engaña para que crea que su marido es un déspota asqueroso: total, que, siendo el novio perfecto al principio (como nos suena, eh) consigue casarse con ella en el año 71.

Domiciano comienza a sacar a relucir su verdadero carácter: maltratos físicos y psicológicos eran el día a día de nuestra protagonista. Y llega un rayo de sol: Tito, hermano de Domiciano y nuevo emperador: se enamoran y tienen un bonito romance, que acaba, como no, con la muerte del señoro después de 2 años.

Domiciano, mientras tanto, ha encolerizado y preparado la venganza: deja morir al hijo que tiene con Domicia al mismo tiempo que surge como nuevo emperador de Roma. Os podéis imaginar a estas alturas como estaba nuestra protagonista, no hay palabras.

Ella ya no oculta, ni pública ni privadamente, el asco y el odio que siente hacia su marido. Se enfrentaba a él continuamente y éste la habría matado si no fuese por la popularidad que ella tenía entre la gente. Pero pasó algo que le vino muy bien: Domicia, para ridiculizarlo, comenzó una aventurilla con un actor, Domiciano se enteró y la desterró, ¡por fin se podía ir de aquella casa de locos! pero no todo eran risas, puesto que tenía miedo constante de ser envenenada.

Pasaron 3 años en los que a Domiciano cada vez se le iba más la cabeza en todos los sentidos: ¡hasta llegó a autoproclamarse Dios!. Para dar a conocer al pueblo su faceta de justo y buena persona (JA) trae a Domicia de nuevo a su lado. Y en este momento llega un punto insostenible: Domiciano deja morir a la segunda hija de la pareja (tal y como lo había hecho con el primer niño) y viola a su sobrina Flavia (la hija de Tito, su hermano y auténtico amor de Domicia) que morirá en un aborto.

Domicia no puede más (normal). Y como Domicia, el pueblo, los senadores y toda Roma (volvieron las ejecuciones, las penas de muerte, la pobreza, etc.). Tuvieron que pasar 15 años para que, entre las sombras, se produjese una conjura que acabase con el emperador. Y fue una conjura en la que la propia Domicia estuvo trabajando arduo tiempo: después de todo el daño que le había causado, por fin podría librarse del yugo y ver morir a uno de los mayores tiranos de la historia.

En el año 96 la conspiración salió adelante, Domiciano fue asesinado y Nerva sería nombrado nuevo emperador: años difíciles e inestables para el Imperio hasta la llegada de un hispano que igual nos suena: Trajano.

Asesinato de Domiciano de Lazzaro Baldi

Domicia pasó sus últimos años alejada del poder político, protegida por Trajano y más tarde, por Adriano, disfrutando de la paz que tanto le costó. No se sabe con certeza el año de su muerte (sobre el 140)

La mayoría de personas, incluso historiadoras, no conocen la historia de Domicia Longina y creo que es importante sacarla del olvido, por todo lo que hizo y por todo lo que puede representar hoy día: fortaleza, valentía y un claro mensaje: «se puede salir adelante». Espero que os haya gustado leerla tanto como a mi escribirla. Cuidaros compañeras, nos vemos en las luchas.