Las cosas siempre nos pasan después de romper con algún gilipollas ¿se han dado cuenta?

Por eso, cuando me divorcié, hice un replanteamiento de todo lo que quería hacer de ahí para adelante, y entre las muchas cosas que cambiaron para mí, fue la de no querer volver a saber de una relación estable en un buen tiempo. 

Dejé pasar unos cuantos meses y me embarqué en una cacería de follones; que ahora que la veo en perspectiva, fue tan excitante como nocivo. 

Mis grandes aliados en la cacería fueron Tinder y Badoo, ya sabrán que estás dos fenomenales apps de citas, tienen esa ventaja de rapidez para descartar y quedar con alguien como si se tratara de un delivery de comida. En mi cabeza sólo había una consigna: “si a los tíos les encanta salir de juerga y cacería, ¿por qué no hacerlo yo?”

La primera semana fue sólo estrategia, me dediqué a crear mi perfil perfecto para follar; subí las fotos más calentonas que me pude sacar, pero sin dar la impresión de que no era yo, al final el sujeto en cuestión tenía que ver en persona lo mismo que en la app, para evitar confusiones posteriores, no quería terminar con tremendo plantón, por culpa de no ser la misma de mis fotos. Los tíos tenían que saber que yo era gorda, y punto.

Ahora ustedes querrán saber ¿cómo siguió todo esto? Pues bien, pasé al menos un año cazando. Y los caté en todos los formatos, tamaños, colores y sabores. Tenía una o dos citas a la semana, algunas llegaban a la parte buena de follar y otras no, porque claro, no siempre encuentras al tío indicado, tampoco se trataba de comerse todo lo que llegaba.

Creo que finalmente esto se transformó en una adicción, no podía pasar una semana sin conocer a alguien diferente y saber qué tal follaba. La parte mala tiene varias aristas; las expectativas, no siempre había química, el sexo no era bueno, o el tío se enganchaba y quería una relación exclusiva y eso estaba fuera de discusión. Nunca me gustó tanto un tío como para replantearme la idea de seguir en mi aventura. 

Mis conclusiones después de mi experiencia; no me arrepiento de nada. Conocí gente linda y gente fea, en el sentido más profundo. Gané en conocerme, en saber cuáles son mis expectativas, derribé mitos, y me sentí tan libre como se puede sentir una mujer que ya no tiene tapujos. Con esto no digo que todas las chicas salgan a cazar como locas. Aunque cada quien sabe lo que necesita experimentar. 

Antes de terminar, un consejo muy, pero muy importante: siempre hay que cuidarse, jamás dejen de llevar preservativos en su cartera, porque nunca se sabe cuándo encontrarás una experiencia estupenda.

Marina Keller

@black.dahlia66