Entran una maquilladora, una reponedora de supermercado y una monitora de tiempo libre a un bar y le dice una a otra: ¿oye, y tu uniforme de trabajo hasta qué talla llega? Las tres se parten el culo. ¿Un chiste? No, pero las empresas quieren hacernos pensar que nuestros cuerpos sí lo son.

Resulta que yo, por suerte, nunca había llevado uniforme: ni en el colegio, ni al practicar ningún deporte, ni en el trabajo. Bueno, miento, sí, llevaba cuando era scout, pero era una camisa tan amplia que incluso con ella puesta podíamos cortar bien de maderos (literal).

 

Pero en la temporada primavera/verano de 2018 la pesadilla llegó. Me seleccionaron como monitora para ir con un grupo de chavales a Estados Unidos. Mucha información en el curso y mil dudas, pero de ilusión a tope. Nos dicen que nos mandarán material a casa, entre lo que se incluye el uniforme. ¿La talla más grande? Una L. UNA MALDITA L. Yo, embutida en el polo amarillo pollo talla L durante un viaje de 21 horas, ME CAGUÉ EN TODO. Evidentemente, no me lo volví a poner en todo el tiempo que pasamos en el maravilloso estado con más humedad pegajosa de USA.

 

La segunda en discordia trabaja en una conocida tienda de cosméticos en la que, hasta hace relativamente poco, no utilizaban uniforme. Al instaurarlo como obligatorio, ídem de ídem, la talla más grande es la L. Esta vez, la empresa se escuda en que “Es confortable y se ajusta a cualquier tipo y forma”, al ser la parte superior estilo oversize. En la tienda, a la hora de la verdad, A UNAS LA S SE LES CAE Y OTRAS TIENEN QUE PASARSE HORAS DANDO DE SÍ LA L COMO PUEDEN. Maemía, cómo está la vida.

Completamos el chiste con la tercera, que teniendo el culo bastante menos gordo que las otras dos amigas, no se esperaba encontrarse con estos dramas con la ropa de trabajo. “Camiseta, fetén con una S/M pero, ¿es que soy deforme? ¡Necesito una L/XL para la parte de abajo!”. VAYA, VAYA, QUÉ CHORPRECHA. ¿Serán de fabricantes distintos? ¿Es esto como en las tiendas, que en cada una las tallas miden diferente?

He leído en el foro que a vosotras también os ha pasado, de la misma manera, en diferentes trabajos: como enfermera, en el ámbito militar, en empresas de limpieza, etc. Y es un alivio leer que en ocasiones hacen uniformes a medida o piden tallas “especiales” a fábrica, pero ¿de verdad creéis que esto debería ser necesario? Luchemos, amigas de lo diferente, por hacer de lo distinto algo presente en la realidad, en este caso especialmente, de las empresas.

Utakemybreath.