El día que me drogaron sin yo saberlo. Os cuento mi historia por si os ha pasado algo similar.

 

Siempre he sido muy firme con el tema de las drogas aunque he de admitir que por ejemplo la marihuana me relaja muchos problemas físicos que tengo y a veces el CBD no consigue del todo paliarme. Fuera aparte de mis opiniones sobre la droga siempre que me han ofrecido ha dicho que no. Eran situaciones de fiesta en las que para pasármelo mejor no tenía que recurrir a ello o que no era el momento. Cuando quiera probar algo quiero que esté en mis manos esa decisión y sobre todo rodearme de personas que sepan como llevarme y como actuar conmigo en ciertos casos.  

Hace un tiempo fui de escapada con unos compañeros a Italia. De primeras queríamos pillar marihuana por allí pero después de varias negativas y un par de engaños desistimos. Las fiestas allí la verdad que eran un poco a lo Jersey Shore, no era mucho de mi rollo pero con unas cervezas de más y las risas lo tenía solucionado. Estuvimos un par de noches en Roma y nos fuimos a Florencia. Unas compritas para renovar modelitos esa noche en las discotecas (una chica se compró un vestido azul eléctrico exactamente igual al que yo me había comprado. Este punto es muy importante en la historia) y botellón antes de salir del hotel, como si fuéramos adolescentes.

Éramos un grupo bastante amplio y yo ya sabía que había personas en el grupo que se drogaban pero no pensé que me podía tocar a mi este tema. Entramos en una discoteca en la que había que pagar entrada pero al final, al salir. Dependía un poco de las consumiciones que hubieras hecho durante la noche. Llegó un punto que dejé de beber cerveza y me pedí una copa por amortizar un poco el dinero y la borrachera. Ni recuerdo sinceramente de qué la pedí, pero como no me gusta el sabor de ningún alcohol eso me sabía a rayos. Recuerdo beber y beber y de repente el tiempo dejó de tener sentido.

Tenía momentos en los que sentía como todo iba muy rápido, las luces eran más intensas y los colores más brillantes. Me subí en una plataforma a bailar y noté como la felicidad me invadía y los sentidos se me agudizaban. No había sentido esa sensación nunca, no estaba entendiendo nada. No me di cuenta en ese momento de que varios compañeros estaban sintiendo lo mismo que yo.

Fui al baño a lavarme la cara porque el calor que tenía no era ni medio normal, no paraba de sudar y tenía una sensación horrible de calor asfixiante.  Al salir decidí salir fuera a que me diera el aire pero no iba a ser todo tan sencillo. Pagué mi entrada (que se pagaba en caja al salir) junto con las consumiciones y solo me quedaba pasar por la puerta de salida. Había un guarda de 20 x 20 en la puerta. Busqué y rebusqué en mi bolso el papel de las consumiciones y la entrada para que me dejaran salir ya que había pagado ya por ello y no era capaz de encontrar ese papel. Sólo tenía que guardar ese maldito papel unos metros, desde donde lo pagué hasta la puerta y ni idea de donde estaba ese papel. Estaba yo como para saber ni como me llamaba. 

Ahora es cuando aparece esa chica que se había comprado un vestido azul eléctrico como el mío. A la salada esta se le ocurrió irse sin pagar y pasó por la puerta de salida como Pedro por su casa. Yo evidentemente, no iba a correr la misma suerte. Al ver que no me podía escaquear del maromo de 20 x 20 acudí a mis amigas para que me ayudaran. Pasaron a la sala de cámaras con los jefes para decirles que la chica que se fue sin pagar no era yo y que yo había pagado, que era todo un malentendido. Mientras ellas al parecer estaban solucionando el tema, yo por mi parte la estaba liando mucho más. Se me fue la pinza hasta tal punto que me vi capaz de derribar al guarda insultándolo (espero que no me entendiera) y liándola muy fuerte. Vino otro guarda a sujetarme y me levantó en el aire para ver si así me relajaba. Lo siguiente que recuerdo es estar en la calle llorando, las luces de las farolas se apagaron y echamos a correr. Nos metimos en un fotomatón y salí llorando en todas las fotos que nos hicimos (un gran recuerdo de esa noche la verdad). Me tuvieron que pagar para que dejara de llorar y durmiera al menos media hora ya que a las 9 teníamos reserva en un museo. Estaba muy insoportable y ni yo me reconocía. 

Evidentemente no dormí porque tenía el corazón acelerado. Cuando estuve un poco más serena una chica que venía con nosotros me confesó que yo estaba tan borracha que sin darme cuenta me metió MDMA y no era la única a la que se lo había hecho. Me dijo que se sentía culpable porque no sabía que iba a reaccionar tan mal y sobre todo se pensaba que yo ya lo había probado. El cabreo que me cogí fue mucho más fuerte que la liada que había hecho hace unas horas en aquella discoteca.

¿De verdad a la gente le resulta gracioso drogar a los demás sin su consentimiento?

¡NO LO HAGÁIS!

 

Sandra Regidor