Estoy segura de que todas nos hemos encontrado alguna vez con situaciones realmente rocambolescas protagonizadas por señores; en mi caso, podría incluir esta que voy a contaros en mi Top 3.

Es que han pasado años y os juro que aún no se me ha ocurrido cuál habría sido la mejor forma de reaccionar sin, no sé, acabar presa, por ejemplo. Todo ocurrió una noche en la que fui con el que era por aquel entonces mi pareja y con unos cuantos amigos a un pub al que íbamos por aquella época. Yo me había arreglado bastante, no así mi novio, para quien unos vaqueros y una sudadera eran ya más que de sobra. Cuando llegamos nos encontramos con un grupo de conocidos entre los que estaban una chica con la que yo me llevaba bastante bien y su novio, al que no conocía mucho pero que me caía un poco como el culo, no os voy a mentir.

El caso es que no tenía motivos concretos para tenerle atravesado, aunque esa noche se encargó de hacer méritos suficientes como para reafirmarme en la opinión que tenía sobre él. La primera perlita vino cuando entré al pub y mi chico se quedó fuera un rato saludándole a él y al resto de su grupo; no tardó mucho en entrar enfadadísimo para contarme que el muy bocachancla le había preguntado en un tono nada respetuoso que a quién había vendido su alma para acabar con un pibón como yo, porque claro, yo iba guapísima con mis tacones, mis vaqueros ajustados y mi maquillaje y mi chico por el contrario no se había arreglado nada. Le dije que no le hiciera ni puñetero caso y que mejor sería pasar de él como de comer mierda, porque si no iba a acabar amargándonos la noche. Claro que ya sabéis lo que dicen, que ojalá tener la autoestima de un señor mediocre, y este señor en concreto era de los que tienen un ego tan monumental que les impide tolerar no ser el centro de atención, por lo que evidentemente no nos iba a dejar ignorarle tan fácilmente. Por eso no tardó mucho en venir a soltar opiniones y a sentar cátedra sobre temas de los que realmente no tenía ni pajolera idea, y la siguiente víctima fui yo en cuanto salí un momento a tomar el fresco; me preguntó que si yo creía que un hombre podía ser feminista, y antes de que me diera tiempo a responderle comenzó una extensa disertación sobre que ni él ni ningún hombre debería denominarse a sí mismo ‘’feminista’’ porque eso implicaría tratar de liderar un movimiento que no les corresponde y que la manera correcta de etiquetarse sería como ‘’aliados’’…disertación que no me quedé a escuchar, porque cuando vi la que se me venía encima me di la vuelta y entré de nuevo en el pub dejándole sólo con su discurso.

Ah, por si os lo preguntáis, me fijé y sí, llevaba las uñas pintadas de negro.

Al entrar de nuevo al pub se lo conté a mi novio y a los amigos con los que estábamos y acabamos bromeando sobre ello sin darle más importancia, pues el resto del grupo ya le conocía desde hacía tiempo y sabían de sobre el tipo de persona que era. Al cabo de un rato volvió el tipo este y se sentó junto a su novia, y vi que cuchicheaba algo con ella y que ella al principio se reía, luego se ponía seria y después se quedaba como pensativa; él parecía insistirle en algo que a ella no parecía hacerle demasiada gracia y recuerdo bromear con mi novio por lo bajo diciéndole que ya tenía que ser brasas el tío para que ni su novia le aguantara.

La noche transcurrió sin más hasta que llegó la hora de cierre del pub y nos juntamos en la puerta para decidir si íbamos a otro sitio o si nos íbamos ya a casa, y mi novio y yo, que ya teníamos claro que nos íbamos a recoger porque estábamos deseando hacernos un ovillo en la cama, nos dispusimos a despedirnos del grupo, yo sólo de la gente con la que habíamos ido para evitar acercarme otra vez a ‘’Súper aliado’’ y mi chico del grupo completo, ya que él sí que tenía amistad con muchas de las personas con las que había ido. Cuando fue a darle el consabido apretón de manos con palmadita al hombro incluida, vi que nuestro queridísimo amigo retenía a mi novio y le decía algo por lo bajo mientras me miraba fijamente; a mi novio se le heló la sonrisa en el rostro, le miró con una mezcla de incredulidad y asco y le apartó de mala manera antes de regresar a mi lado y enfilar en dirección al coche con una cara de enfado que pocas veces antes le había visto. 

 

Por más que le pregunté durante el breve trayecto hacia el coche, esperó a estar dentro y a pegar un portazo para explotar: ‘’¡PUES NO VA EL SOPLAPOLLAS ESTE Y ME PIDE PERMISO PARA HACER UN TRÍO CONTIGO!’’ 

‘’¡¿QUE QUÉEEEEEEEEE?!’’ respondí yo gritando aún más que él.

‘’Sí sí, lo que oyes, que me ha dicho que lo ha estado hablando con su novia y que les gustaría hacer un trío contigo, y va el notas y me lo pregunta a mí. Te juro que al principio creí que estaba de coña, pero iba totalmente en serio’’.

Cuando mencionó a la novia lo vi claro, a él cuchicheando en su oído mientras ella pasaba de reírse a quedarse blanca y a poner cara de ‘’tierra, trágame’’.

‘’Pues no sé por qué me da que eso de que la novia está de acuerdo se lo ha inventado, porque juraría que es lo que le ha propuesto antes en el pub, cuando te he dicho que ni ella le aguanta. Eso sí, manda narices que venga a pedirte permiso a ti para acostarse conmigo después de la chapa que ha intentado darme acerca del feminismo’’. 

Durante los días siguientes apenas hablamos de otra cosa, ya que para colmo mi novio coincidía bastante con él y encima trataba de hablar con él como si tal cosa a pesar de que le contestase de mala manera y de que tratase de evitarle cada vez que le veía; daba igual, él no parecía darse por enterado, y nosotros flipábamos con el hecho de que alguien pudiera ser tan irrespetuoso y cansino. Con lo que no flipamos para nada fue con la noticia un par de semanas después de que la novia le había dejado y había cortado toda relación con él, quien por supuesto se dedicó durante bastante tiempo a dar pena por los rincones y a contarle a todo el que se le acercase que no entendía cómo podía haberle dejado a él, con lo buen novio que era, con la paciencia que había tenido con ella y siendo aliado feminista. Creo que, a día de hoy y habiendo pasado años, sigue siendo el único que no entiende por qué ninguna chica aguanta más de un año con él.

 

anónimo

 

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