Sí queridas, he caído de nuevo en el efecto culebrón con el dragón.

Y es que a una, que es carne de culebrón, pues le ha resultado muy fácil recaer en este formato televisivo y andar como loca perdida por caer en las garras del dragón.

Porque yo no sé vosotras, pero yo de pequeña (y no tan pequeña) era una auténtica fan de las telenovelas. Vamos, os puedo decir que me grababa los capítulos cuando no podía hacerlo en vivo y en directo.

Y así de este palo, una estaba living con Topacio, La dama de Rosa o Cristal. Lo que yo no sabía en ese momento, es que estaba entrenando para pasarme horas viendo Netflix.

el dragón, el efecto culebrón

Pero así ha sido, este rodaje ha hecho que me enganche al dragón de una manera insólita. Quizá han sido las conexiones neuronales de mi mente, que le ha gustado recordar una época en la que éramos inexpertas e inocentes y todo lo que eso conlleva.

Yo la verdad es que recuerdo ver las telenovelas con mi madre con una sonrisa en la cara. Desde luego es que la locura que nos invadía no era ni medio normal.

Hasta que un día mi santa madre que trabajaba y no estaba en casa a la hora de autos, decidió que el grabar se iba acabar, y como buenamente pudimos nos desenganchamos de los culebrones con más dificultad que uno sale del Ikea.

Me pregunto si existirá un grupo de «fanculebrones» anónimos, porque no me habría venido nada mal ir a un par de reunioncitas…

Aunque claramente habría perdido la monedita de los años limpia, al ponerme a ver «El Dragón». Que para quien no lo sepa aún, es una telenovela de drama criminal creada y escrita por Arturo Pérez-Reverte, está disponible en Netflix, y tiene nada más y nada menos que 82 episodios…

el dragón, el efecto culebrón

¿Te parecen muchos? ¡Pues a mi pocos me resultaron! y no solo eso, sino que además estoy esperando a que me saquen la tercera temporada como buena adicta que ha recaído en su vicio .

¿Qué de qué va? ¡Ah, que me pierdo en los detalles!

Pues el tema gira en torno a un jovenzuelo que se ha criado en Japón, pero que proviene de una familia de traficantes de drogas. Su familia lo ha mantenido al margen hasta que por H o por B, tiene que hacerse cargo del cartel.

¡Pues menuda faena liviana que se encuentra el muchacho así de primeras!

el dragón, el efecto culebrón

De modo que el «japomex»,que aunque lo parezca no es un restaurante de comida fusión, si no un actor que está de muy buen ver, pues quiere acabar con la violencia del narcotráfico y decide llevar a cabo la gestión ancestral de su familia con todo lo aprendido de economía y bolsa en el país milenario.

¿Conseguirá el dragón transformar el dinero de las drogas en dinero lícito, o será una lucha perdida?

Pues si sois como yo, y os flipaban las telenovelas de más jovenzuelas, no os perdáis esta fantasía y vivid conmigo esta locura del dragón, el efecto culebrón.