Creo que ha llegado de compartir esta historia con el mundo, soy una desgraciada de portada de libro y me pasas cosas como tal. Yo no sé en qué momento decidí meterme en el mundo tinder, pero maldita la hora.

El verano pasado estaba yo en casa de mis padres, en la playa, más aburrida que una ostra. Todo lo que hacía era comer y tomar el sol, pasear con mis padres y leer. Estaba bien, es una rutina maravillosa, pero cuando ya llevas casi tres mañana empieza a ponerse tu culo inquieto y ya no hay manera de sostenerte sin algo de acción, ¿solución? Tinder, cómo no.

Hice match con un chaval que era bastante bien, ojos verdes, carita simpaticona y con una canción de Bad Bunny como destacada, ¿Amor a primera vista? ¡Yo digo sí!

Pues nada, empezamos a hablar y el primer día ya quedamos, yo no tenía nada más que hacer y resulta que éramos vecinos. Dijimos de no perder el tiempo con conversaciones sin fin a través de una pantalla y pasar a la acción directamente. Pues nada, quedamos en la esquina, nos vamos al irlandés que está a dos calles y empezamos a beber cerveza.

La cita fue un bien, fue muy bien de hecho, no dejamos de hablar, nos encontramos mutuamente interesantes, PERO (siempre hay un pero) no había feeling sexual. O sea, podíamos ser perfectamente amigos y jijijaja, pero poco más que eso, la verdad. Vamos, yo veía claro que no había tela pa cortar miraras por dónde miraras, al parecer el no creía lo mismo, solo que yo aún no lo sabía.

Nos dan las tres de la mañana, nos cierran el pub y me dice de irnos a otra cosa, que le caía muy bien y que no quería irse ya a casa. Pues nada cari, tampoco es que tuviera nada más que hacer, allá que nos vamos, a las discotecas que hay en el puerto. El camino hacia allá muy bien, seguimos hablando, me cuenta que es organizador de eventos en Barcelona, que se ha venido al levante para desconectar, que lo último que hizo fue para eurovisión… Paseamos uno al lado del otro, sin ningún tipo de contacto físico, vamos, todo bien. Dos amigos hablando.

Pues nada, llegamos a la zona de fiesta y de repente un espíritu lo posee o algo, me pasa el brazo por encima del hombre y empieza a mirarme mucho, pero MUCHO. Pero todo como súper forzado, literalmente no había ningún feeling ahí. Nos sentamos, nos pedimos un copazo y ya NO DEJA de tocarme, pero en plan torpe. ES QUE NO FLUÍA. Yo me empiezo a poner medio incómoda, me intento alejar en la medida de lo posible para no parecer maleducada (cuántas cosas tengo que aprender todavía, señor, sed maleducadas, no pasa nada). Me dice que nos vayamos de ahí, que me quiere enseñar un sitio cerca que es precioso.

Pues bien, me sube al paseo del puerto donde (casualmente) yo me di mi primer beso con 16 años con mi primer amor de verano y amor en general en la vida… Ay, no. Me iba a contaminar la magia. Pues nada, estamos ahí, yo más recta que una vela, el con el bracito por los hombres, tocándome el pelo y yo queriéndome ir. Y ahí, justo ahí empieza su discurso.

‘Eres la chica más guapa que he visto en mi vida, me maravilla como la brisa de mar juega con tus rizos, cómo la luna se refleja en tu ojos, cómo tus pecas se fundes con el mar’.

¿PERDONA, QUÉ? Yo estaba flipando, literalmente se había sacado a Turistaentupelo del bolsillo y me estaba recitando mierda barata al oído cuando NO TENÍA NINGÚN SENTIDO. Le pongo cara de no entiendo nada y me suelta ‘necesito comprobar si tus labios saben a mar’. Cari, saben a cerveza y a ginebra, vamos no me jodas. Me alejé y le dije ‘¿de verdad?’. Y me dice ‘de verdad’. Me besa Y TODO MAL. Es que sé que lo lleva diciendo desde el principio, pero es que no tenía sentido ninguno. Eso no fluía y yo no entendía cómo él no se daba cuenta.

Pues nada, paramos y le digo ‘por qué me has dicho todo eso’. Y me empieza a decir… ‘eh… no sé, ¿no es eso lo que os gusta a las chicas?’

Le digo que no, que supongo que alguna chicas sí y otros HOMBRES también, pero si tiene sentido y viene a cuento, no así de gratis sin sentido ninguno. Empieza a decirme que a él eso ‘siempre le funciona’, yo le digo que lo dudo bastante. El colega se lo toma fatal, me empieza a decir que yo no tengo ni idea de magia, ni de disfrutar de la vida, que tengo que aprender a valorar momentos como aquel… Darling, next.

Le digo que me quiero ir a casa, llego a mi cama, me meto a Tinder y ¡Sorpresa! Me había quitado el match, asumo que con toda la magia que vio en mis ojos solamente quería agitar su varita.

Pd: una semana después me lo encontré con mi madre siendo cajero del Eroski. No me pude resistir y le pregunté que si Eurovisión bien, fingió que no me conocía y que no entendía nada.