Yo cada día estaba más enamorada. Lo que no sabía es que él tenía una relación paralela con mi mejor amigo. 

 

Después de 4 años salí de una relación muy tóxica que me dejó prácticamente sin amigos y con una autoestima inexistente. Los pocos amigos que me quedaban me incitaban a salir y eso hice. El primer año. Al segundo año fui cerrándome en mi misma y poco a poco me fui aislando de todo aquel que quería formar parte de mi vida. 

Hasta que llegó una salvadora. Una compi de curro que tampoco lo estaba pasando muy bien y supongo que las dos nos necesitábamos. A ella se sumó un amigo de ésta que andaba también un poco perdido. Y formamos un grupito que nos hacía sentir bien, salíamos, reíamos.., nos lo pasábamos en grande. Con el tiempo se unieron otras tres personas más. Comenzamos a viajar, a quedar a menudo, hablábamos todos los días…

Pero de relaciones yo no quería saber nada de nada. Me daba pánico volver a caer en otra relación tóxica. No sentía que estuviera preparada para volver a empezar. 5 años pasaron desde que mi ex me besara por última vez, hasta que otro chico consiguiera entrar en mi corazón. Y sí, estáis pensando bien, 5 años en autentica sequía. Sobreviví gracias a unos juguetitos maravillosos que compré en un tupper sex. 

Una tarde de sábado no teníamos mejor plan que estar en mi casa jugando a juegos de mesa mientras tomábamos unas copitas. La tarde pasó a la noche y entre copa y copa y risas por aquí y risas por allá, decidimos jugar al juego de la botella. Ese juego que jugabas de adolescente y en el que estabas deseando que te tocara el chico que te gustaba, pero que a veces también te hacía sentir un poco mal cuando el que te tocaba no te caía del todo bien. Nos pareció buena idea volver atrás en el tiempo y echarnos unas risas. La verdad es que ninguno de los chicos allí presentes me habían llamado la atención hasta el momento, para mi eran amigos con los que pasaba el rato y compartía confidencias. Uno de ellos en concreto no solía compartir mucho tiempo con nosotros y no habíamos intercambiado muchas palabras hasta la fecha. Yo no sé si aposta o no, pero el 90% de las veces me tocaba con él. Y no sé si las copas o no, pero todo el mundo acabó yéndose de mi casa menos él. Digamos que conocí antes todos sus fluidos corporales que sus gustos musicales. 

Después de 5 años conseguí abrirme en todos los sentidos y eso me hizo sentir muy bien. Esa autoestima que no encontraba por ningún sitio vino para decirme: “hola, sigo aquí”. Pero también seguían mis miedos a volver a empezar y caer de nuevo en todo eso horrible que ya había vivido antes.

Decidí dejarme llevar. No quería atarme, quería vivir el momento, quería ir perdiendo los miedos y quería sentirme bien. Y él me dio la confianza para que todo eso pasara. 

No había ataduras. Quedábamos, dábamos un paseo, tomábamos algo , follábamos y ya está. Durante un tiempo eso me bastó. Hasta que empecé a entrar en una contradicción. No veía un futuro con él y él tampoco veía un futuro conmigo. Pero me enamoré. Supongo que no fue un amor real o eso quise pensar. Analizándolo más adelante, creo que después de cinco años sin ni siquiera una ilusión por nadie, hizo que me abriera de golpe, que me ilusionara, que comenzara a gustarme de nuevo, a cerrar heridas, a quitar miedos… Creo que me enamoré de mi y no quería perderlo. Pensaba que si él se alejaba de mi lado podía caer de nuevo en la apatía. Pero en ese momento yo sentía que estaba perdidamente enamora de él, solo pensaba en él, cada vez que me escribía, llamaba, se me aceleraba el corazón, cada vez que me tocaba, el estómago me daba un vuelco, no soportaba estar lejos. Una tarde en uno de los paseos decidí preguntarle que había entre nosotros. Mi cabeza quería escuchar un: “nada serio”, pero mi corazón esperaba escuchar otra cosa. Su respuesta me alegró y decepcionó a partes iguales:

  • Nada serio. Nos vemos, lo pasamos bien y ya. Pero tú puedes conocer a otras personas si quieres y espero que algún día puedas tener pareja.

Lloré mucho…mucho, a pesar de que en el fondo era lo mejor para mí. No queríamos lo mismo de cara al futuro y si tenía algo serio con él, a la larga iba a sufrir.

Una noche de fiesta con alguna copa de más, mi mejor amigo y él se comieron la boca, delante de mi. Me quedé en shock. Pero tampoco podía decir nada, no teníamos una relación como tal, cada uno podía hacer lo que quisiera. No lo entendí. Ninguno de los dos había dado indicios de que fueran gays o bi. Ambos siempre habían estado con mujeres. No quise preguntar, preferí hacer como que no había pasado nada. A partir de ese momento ellos empezaron a pasar más tiempo juntos, cosa que vi como normal ya que eran amigos. Pero la intuición me decía que algo no encajaba del todo. Nos fuimos todos de viaje y yo dormía con él, pero una de las noches sobre las 3 de la mañana me levanté al baño y no estaba en la cama. Mi sorpresa fue que me los encontré durmiendo juntos y abrazados. Los desperté y les pregunté si estaban liados, prefería saberlo ya y no seguir enamorándome más. Los dos me lo negaron, muchas veces. Su excusa fue que se habían puesto a  hablar y que se habían quedado dormidos. Me lo quise creer. Nuestra relación no cambió, seguimos haciendo lo mismo.

Meses más tarde, me escribe y me dice que tenemos que quedar para hablar. Sinceramente pensé que ya por fin iban a confesar. No. Simplemente me dijo que no quería seguir quedando conmigo, que podíamos ser amigos. Lloré, mucho. No quise volverle a ver. Necesitaba mi tiempo y espacio para poder sanar. 

Cuatro meses después de esa conversación, mi amigo me confesó que estaban juntos, que se querían, que se habían enamorado. Me alegré por ellos, pero me decepcioné por la amistad. Entendía que no era fácil de confesar, que primero tenían que entender que les estaba pasando, si era algo serio o no, si podía ser duradero o no… pero yo me sentí traicionada y un poco estúpida. Yo me enamoraba y él se enamoraba de otro, durante meses estuvieron ocultándome que había algo entre ellos. Durante meses estuvo jugando a dos bandas. 

Me hubiera gustado que me lo hubieran contado cuando les pregunté, no sé si hubiese cambiado algo. El año siguiente me separé un poco del grupo, como he dicho antes necesitaba sanar. Pero a día de hoy, 9 años más tarde, soy amiga de los, los cuales llevan juntos y felices desde entonces.

Él me vino muy bien para poder decirle adiós a mis años de sequía tanto física como emocional y así poder vivir todo lo que viví después. 

Relato escrito por una colaboradora basado en una historia real.