Cada vez que Mariló Montero abre la boca, sube el pan. Y no es de extrañar. De sus labios han salido perlas como la de que “al trasplantar un órgano trasplantamos el alma”, por ejemplo. Así que no es de extrañar que, cuando dio su opinión sobre el caso de La Manada, todos los micros estuviesen bien abiertos para cazar alguna lindez. Y así ha sido.

En este caso, estas han sido sus palabras:

«Tenemos que defender el machismo desde un buen punto de vista que es el que los hombres nos defiendan a nosotras».

Sí. Como lo lees. Según Mariló existe un tipo de machismo que hay que defender. Un “machismo bueno”. Y lo más triste es que muchas mujeres le darán la razón. Por eso quiero hacer algunas aclaraciones.

No, no existe “machismo bueno”, del mismo modo que no hay un “racismo entrañable” o una “homofobia graciosa”. Porque, al igual que el racismo y la homofobia, el machismo defiende que hay un tipo de ser humano mejor que otro. Que hay personas que tienen más derechos y que merecen más privilegios, mientras que hay otras que deben supeditarse a un segundo plano. Porque el machismo lo que fomenta es la desigualdad.

Yo no quiero que los hombres me defiendan, quiero que los hombres no me agredan. Volviendo al caso de La Manada lo veo aún más claro. Lo ideal no hubiese sido que un hombre, en plan héroe anónimo, hubiese rescatado a la víctima. Lo ideal habría sido que esos cinco energúmenos no la hubiesen violado. Lo ideal hubiese sido, y es, que los hombres respeten a las mujeres como iguales, que no se les pase por la cabeza someterlas para conseguir placer, que no se exciten con nuestro dolor.

No quiero vivir en una sociedad en la que las mujeres necesitamos ser salvadas. Porque esto implica que vamos a ser agredidas, que somos vulnerables, que la calle es peligrosa para nosotras por el simple hecho de no ser hombres.

Probablemente habrá quien comente este artículo hablando de “caballerosidad” y buenas costumbres. Pero eso es quedarse muy en la superficie. Porque el quid de la cuestión es que la violencia hacia las mujeres sigue creciendo, no que un hombre te sujete o no la puerta.

Para acabar con la violencia hacia las mujeres, Mariló, no hace falta machismo, sino feminismo.