Hace poco os conté la historia del niño comunitario.

LEE AQUI LA PRIMERA PARTE

Como os gustó, vengo a contaros la segunda parte, pues ya os dije que tuve que pararles los pies una vez más.

Pero antes de todo, me gustaría aclarar que, por suerte o por desgracia, esto fue todito verdad. ¿Qué igual fue todo culpa mía por tonta y por soltar tanta pasta sin cuestionarlo? Pues puede ser, no os lo voy a negar. Pero que pasó, pasó. Palabrita.

El peque empezó a ir a la guardería, y a las 2 o 3 semanas me llamaron para preguntar si podía quedarme con él un rato por la tarde porque querían ir al cine. Estrenaban Iron Man (me parece que la segunda, pero no lo tengo claro), y querían ir a verla. Vale venga, el sábado por la tarde me quedo con el enano.

Lo trajeron a casa a la hora acordada, me dijeron que la peli era a las 18:30 y se marcharon.

Nada más irse, me di cuenta de que el peque estaba cagado hasta las orejas, pero no encontré pañales por ningún lado en la bolsa. Mi madre me aconsejó bajar al supermercado y comprar para poder cambiarle. Pues vale, arreglado. Una vez el peque tuvo un culo limpio y escoscado, nos fuimos a dar un paseo y se quedó frito.

A las 21:00 el peque empezó a llorar, pero el biberón y la leche debían de estar en el mismo sitio que los pañales. O sea, desaparecidos en combate.  Igual que  me pareció aceptable comprar pañales para cambiarle, no me parecía bien comprar leche, ya que no sabía qué marca le daban, o a qué hora tenía que comer, así que solo me quedaba esperar.

¡Que no cunda el pánico! Pensé yo. La peli era a las 18:30, seguro que tienen que estar ya por volver.

Les llamé por teléfono, pero los dos lo tenían apagado. Las 9, las 9 y media, las 10, las 10:30, las 11…y el peque llorando cada vez más desconsolado. Y yo sin saber qué narices hacer. Ni en brazos, ni tumbado, ni en el carro, ni de paseo.

Los padres aparecieron como si nada a casi medianoche.

Por lo visto habían decidido ir a cenar después del cine, porque no tenían muchas ocasiones para estar los dos solos desde que nació el peque. Y se habían olvidado de encender el móvil.

Les comenté lo de los pañales y la leche, pero me dijo que no eran necesarios. Por lo visto, habían cambiado de marca y en el paquete ponía “absorción hasta 12 horas garantizada”, así que solo era necesario cambiarle cada 12 horas. La leche, habían decidido mejor darle el bibe cada 6 horas, porque cada 4 era muy esclavo. Subían un poco la cantidad en cada toma y listo. Y ya se habían encargado de llegar justo para cuando le tocase comer otra vez.

Me dieron las gracias, se marcharon y a otra cosa.

Empezaron a llamarme cada vez más a menudo para quedarme con el peque para hacer cosas, y yo empecé a faltar cada vez más a mis clases por estar con el peque. Por suerte en el insti sabían que trabajaba a turnos así que no me pusieron problemas por las faltas.

Poco a poco me fui hartando de quedarme 4/5 veces por semana con el peque. Y además, el peque me daba mucha pena. No soy quien para criticar los métodos de crianza de nadie, pero había cosas que no me gustaban y les empecé a poner excusas para no quedarme con él.

Pero no parecían pillar las indirectas (o no querían entenderlas).

La última vez que me llamaron me dijeron que tenían que hacer la compra porque tenían la nevera vacía y con el peque no podían.

Les dije que no podía, porque nosotros también queríamos hacer la compra y no teníamos silla para el coche. ¡Pues ahí se me presentaron en casa con la silla del coche para poder llevarnos al peque!

Por lo visto, yo era completamente capaz de ir a hacer la compra con el peque, pero sus propios padres no lo eran.

Yo lo dejé con mi pareja, y les escribí diciéndoles que no podía quedarme más con el pequeño porque estaba viviendo otra vez con mis padres. Lo intentaron con mi pareja, pero como no se apañaba solo con el peque, y yo me negué a ayudarle, les dijo que no.

A los días me di cuenta de que me habían bloqueado de todos lados, y nunca más supe de ellos. Por lo visto, yo hice algo terrible y les dejé en la estacada con su hijo.

El peque ya será adolescente ahora, pero los padres cuanto más lejos, mejor.

 

Andrea.