Ya hablé en otro post sobre este tema, dejando claro que no es uno de mis fuertes. Aprovecho para volver a hacer un llamamiento para inventar un app que me ayude en este arduo trabajo (De nada). Pero es que después de mucho pensar, empiezo a creer que realmente el sexting está sobrevalorado y se nos ha ido de las manos. Por eso vengo a plasmar aquí las razones por las que a mí personalmente, no acaba de gustarme.

  1. Me parece totalmente impersonal. Habrá gente que piense que precisamente esta es la gracia. Pero yo no soy una de esas. A mí me gustan las miradas intensas, ver y sentir la reacción de la otra persona, ver cómo se acelera todo…Por mensaje todo este desaparece. Y yo nunca encuentro el emoticono que me represente. ¿Porqué no hay emoticonos guarros?. Programadores, se os está acumulando el trabajo.
  2. Siempre me pilla en frío. Yo soy como un diésel, me acelero poco a poco. Y si encima le sumas que soy alguien 100% visual, ya es para morirse. Leer: «Te voy a comer entera» nunca tendrá el mismo efecto en mi entrepierna que cuando te lo dicen en directo y con cara de deseo. ESA jodida mirada.  En el primer caso sigo comiendo palomitas. En el segundo mi ropa ya ha desaparecido.
  3. El nivel de atención no es el mismo. Tú te imaginas a tu ligue en la distancia dedicado 100% al placer y a ti. ¿Pero quién te dice a ti que no está jugando a la play o cagando? Venga hombre. Pero si hasta yo me he venido arriba en el metro mientras hacía la lista de la compra. En un cara a cara al menos te aseguras el 100% de la atención.

    Un poco de atención por favo
    Un poco de atención por favor
  4. Nunca sé qué decir. ¿Ya he dejado claro que no es mi fuerte verdad?. Entre otras cosas porque se me da de pena tener que pensar qué decir. Eso no me fluye natural. Simplemente. En el tiempo que estoy invirtiendo en pensar cómo decirte que quiero que me empotres, en la vida real ya iríamos por el segundo asalto. Y yo soy una chica eficiente a la que le gusta optimizar y aprovechar el tiempo. Y así no se puede.
  5. A saber quién hay detrás. En una cita te bastan 10 minutos para saber si esa persona te encaja o es un loco de manual. Coges tus cosas y te vas a tu casa con tu fiel satisfyer. A través de una pantalla nunca sabes. Podrías estar hablando con Hannibal Lecter sobre comer partes del body y cada uno estar asociándolo a cosas totalmente distintas. No quiero ni pensar cómo sería la cita si finalmente decidís conoceros. Está claro que uno de los dos disfrutará de una buena comida. Pero quién de los dos, no me queda claro. Por no hablar de la veracidad de las fotografías que te mandan (Gracias San Google por ayudarnos a descubrir a los mentirosos).Esta mirada no puede presagiar nada buenoEsta mirada no puede presagiar nada bueno
  6. Se crean falsas expectativas. Todo es muy bonito y maravilloso sobre la pantalla. Todos nos venimos arriba porque la seguridad de estar detrás de una pantalla nos da confianza. Pero luego… Ay si decides traspasar la pantalla! Es posible que te des cuenta de que os habéis montado un guión de película porno de oscar. Y luego vienen las decepciones. Porque te has venido tan arriba en tus expectativas, que la ostia es descomunal. Y otra vez tiempo perdido y mal invertido.
  7. El final es un sí pero no. Vale, la cosa ha ido bien y hemos acabado a gusto. Pero no, no es lo mismo. Me queda siempre sensación de vacío. Y siempre pienso: Joder lo que me he perdido. Porque una novela erótica o una película porno sabes que es eso. Pura ficción. Per el sexting con alguien que te gusta sabes que puede ser real. Y tú ahí conformándote con palabras y perdiéndote toda la acción. No me compensa.

En definitiva, que creo que el sexting está sobrevalorado. O al menos no está hecho para mí. Y si lo hago, intento que sea con alguien que conozca y que ya haya catado. Que sepa que es un preliminar y luego voy a rematar faena sin llevarme una ostia descomunal. Porque estaré invirtiendo mi tiempo en algo que sé seguro que me va a recompensar. Un win-win en toda regla vamos.

Nada más que añadir
Nada más que añadir

Y a estas alturas de mi vida, ya no estoy para ir perdiendo el tiempo ni deshojando margaritas. Si dices que me vas a empotrar, hazlo. Déjate de móviles y mensajitos y quedemos para dar rienda suelta a nuestra imaginación. Que siempre me pareceré mejor invertida acompañada entre las sábanas que en soledad.