Nunca supe ponerle nombre a lo que me pasaba, ni tan siquiera me planteaba que fuese un trastorno y aún menos, que hubiera más personas que también lo sufren. Era una realidad silenciada, así es como conocí el “trastorno por atracón”. Para quienes no sepáis de qué hablo, es un trastorno de la conducta alimentaria que, como bien indica se basa en comer de forma compulsiva sin llegar a generar vómito. 

 Si como yo os encontráis en un proceso de aprendizaje de cómo alimentarme, aprendiendo a disfrutar de la comida, a parar a sentir verdadero placer cocinando y, sobre todo, comiendo; las circunstancias que ahora nos tocan, puede que no sean las más idóneas a priori.

Así que, os propongo darle un cambio de perspectiva a esta situación y empezarla a ver como una oportunidad de conocernos mejor, de tomar consciencia de nosotras mismas, de querernos mucho, muchísimo.  Empezaremos por lo más importante, qué es capaz de reconocer qué existe un problema, darle voz y visibilizar que la comida no es nuestra enemiga, sino una necesidad fisiológica que no debe manejar nuestra vida ni nuestra salud. 

Aquí van unos pequeños consejos y trucos para tratar de hacer más llevadera esta cuarentena.

    1. Diario. Seguro que no es la primera vez que os lo dicen. A mí personalmente me encanta esta idea, me da la oportunidad de ser consciente de lo que hago cada día, de analizar mis acciones, mis decisiones. Yo anoto cada día después de las comidas, el ejercicio que haya hecho (andar, ejercicios en casa, bailar, subir escaleras, sexo…) ¡todo vale!

 

  • Diferenciar el hambre real del emocional. 

 

Real: Aparece de forma paulatina, puede esperar, es saciante, no genera culpa ni vergüenza, responde a una necesidad fisiológica.

Emocional: Es repentina y urgente, no es suficiente con saciarse, después de comer sientes vergüenza y puede ser desencadenada por un estímulo. 

Un buen consejo es preguntarte si te comerías una manzana, si la respuesta es afirmativa, el hambre es real, en caso contrario, destierra ese pensamiento de tu cabeza.

  1. Trata de mantenerte ocupada. Aprovecha este tiempo en casa para hacer todo aquello que siempre pospones por falta de tiempo. (Ordenar la casa, leer todos esos libros apilados en un estante, sesiones de belleza para ti). Si estás en familia, con amigos o pareja podéis aprovechar a realizar actividades conjuntas. Sobre todo, se trata de hacer cosas que te motiven y no te cansen.
  2. Comparte tu experiencia, tu problema. Como bien he dicho antes, no estás sola. Como tu y como yo hay cientos de personas que viven en silencio esta situación. Si te da mucha vergüenza o te sientes demasiado expuesta para comentarlo a personas cercanas acude a foros o grupos de ayuda.
  3. Márcate pequeñas metas para un mayor objetivo. Empieza el día con algo tan sencillo como hacer la cama, arreglarte, algo que te resulte fácil. Y de ahí Márcate una serie de objetivos sencillos que te lleven a llegar a una más grande.
  4. Comer de todo. Destierra las palabras dieta y prohibición que, lo único que harán será que quieras caer en tentaciones innecesarias. (Lo sé por experiencia). No se trata de no comer ciertos alimentos, sino de hacerlo con moderación, con consciencia y sin abusar de ello.
  5. Aprende a tomar consciencia y sé consecuente. Tomar consciencia de qué existe un problema es el primer paso. Puede que el más importante, pero, de nada sirve sino vas a hacer algo al respecto. Aprovecha este tiempo y busca alternativas, relajación, meditación, yoga, pilates… cualquier excusa es buena para conectar contigo misma.
  6. Responsabilidad VS culpabilidad. Algo que he aprendido con fuerza es que solo tu eres responsable de tus actos, el cambio ha de venir porque realmente lo deseas y en un momento adecuado.

Es importante que tengas en cuenta, que no pasa nada si caes, es una nueva oportunidad para empezar. No caigas en el circulo vicioso de decirte cosas malas, en la rabia, reproches… no sirven de nada. Solo para hacerte más daño.

  1. Priorízate. No es ser egoísta, es necesario. Dedicarte un tiempo para ti, para cuidarte, quererte y mimarte. No hay mejor pretexto que tener que quedarte en casa para ello.
  2. Rutina. Crea una rutina, forma un patrón. Si lo mantienes durante varias semanas verás como al final se hace un hábito de forma más naturalizada.

Espero que estos consejos te sean de ayuda, nadie dice que sea un camino fácil, la ansiedad, el miedo están presentes. Pero es importante que sepas que puedes hacerlo y, que visualices que vales más de lo que crees. Es un proceso largo, pero con la ayuda adecuada y la persistencia estoy segura de veréis resultados.

Para mí, no es un tema fácil de hablar y permitirme hablar de ello, la gente que me rodea sabe de sobra que me pongo a la defensiva, que las palabras de preocupación suenan en mi cabeza como una crítica constante que hacen que me ponga a la defensiva. Siempre he comido a escondidas del mundo, hasta que un día todo explotó en mi cara, al descubrir mi pareja una bolsa escondida en un armario. Juro que, en ese momento, me bloqueé y fui incapaz de mirarle a la cara durante más de una hora. Me costó varios días atreverme a hablar del tema con él y creerme fue un gran alivio. Verbalizar algo que había ocultado al mundo durante años, me dio otra perspectiva y me ayudó a ser consciente de que tenía una relación muy toxica con la comida.  Mentiría si dijera que no he vuelto a hacerlo, pero, creo firmemente qué han disminuido muchísimo en cantidad y tiempo y reitero que es importante no dejarse caer en la espiral, sino volver a empezar.

 

Eva González

@EscribirSinH