¿Quién no ha sufrido alguna vez una estafa? Pues lo dicho, trabajo como camarera en un bar del centro de Madrid y mi ex marido trabajaba en el sector de la construcción, cuando por una caída tonta desde un andamio le dieron la baja, estaba cubierto por el seguro de la constructora, y durante varios meses, entre cirugía y fisioterapeuta mejoraba su rodilla, él estaba en casa haciendo lo que buenamente podía.

El caso es que, de un tiempo en adelante, pasaba mucho tiempo en el ordenador y no precisamente jugando juegos en la videoconsola, lo cual me extrañó bastante, pero no le di importancia hasta que vi un gasto con la tarjeta de mil setecientos euros. Inmediatamente le reclamé por el gasto excesivo sin consultarme, común entre las parejas con una cuenta conjunta y que sacar dicha cantidad, no es igual que cien euros para algún regalo o capricho.

Él, muy ilusionado me dijo que quería aprovechar el tiempo que durase la baja para hacer un curso de trading (inversiones en bolsa) y la discusión fue monumental, pues él tan solo tiene el graduado de la ESO. Total, que le di una oportunidad para que me explicara sobre el curso y donde lo había sacado. El “chico” que le vendió la moto era un joven que apenas tenía treinta años y mostraba casas de lujo en Andorra, Lamborghini y Rolex en cada historia en sus redes sociales, donde él mismo te dice que no te fíes de los estafadores.  

Ya se había gastado el dinero y no había vuelta atrás, así que pensé, sé que se trata de una estafa, y que esto sin conocimiento es un peligro, el contenido del curso, que era más bien pobre de calidad, al menos lo mantendría entretenido, además le advertí encarecidamente a mi pareja que por favor, no se fiara y no hiciera inversiones reales, él me prometió que tan solo lo haría en demo, cuentas de pruebas, y hasta comprender todo y tener rentabilidad en las cuentas de prácticas, no pasaría al real, y menos sin consultarle.

Las siguientes semanas apenas salía, iba a rehabilitación y enseguida volvía a la “room center trading” como rebautizó al cuarto de la plancha y los trastes. Las noches se empezaron a sentir frías, porque me dormía y me despertaba y él no estaba en la cama. Incluso el sexo. Durante casi un mes estuve sin follar. Lo cual me llevó a pensar que había conocido a alguien. Le preguntaba y me juraba que no. Que estaba tan decidido a aprender, que solo le importaba absorber el conocimiento de este chico, incluso empezó a tomar estimulantes fuertes para tener más claridad mental. 

Lo primero que te dicen en el mundo del trading y las inversiones, es que NO utilices dinero que necesites para vivir, pues bien. Llegó el día del alta, y la empresa lo despidió a las pocas semanas de volver a trabajar. Llegó a casa como un energúmeno, le dije que reclamaríamos a la empresa, y tal, pero cuando vi a uno de los compañeros, me contó que faltaba al trabajo, buscaba cualquier excusa para salir antes y no dejaba de utilizar una aplicación en el móvil y ello provocó su despido. La discusión ahí, os podéis imaginar.

Tenía tal grado de negación, que pensé que era como si tuviera una enfermedad, tipo alcoholemia, o peor aun cuando caí en cuenta al leer en tantas páginas de trading, mi marido se había vuelto un ludópata. Yo observaba la cuenta conjunta, la que teníamos para gastos y tal y no había visto variaciones, por ese lado estaba tranquila, incrédula de mí, pensé que seguía operando en demo hasta que me llamó el director del banco y me informó que mi marido había retirado los diez mil euros que teníamos a plazo fijo y los había transferido a otra cuenta en otro banco.

Cuando entré por la puerta del piso, le puse la maleta en la calle, ordenador y demanda de divorcio incluida.

Pensaréis que no es para tanto, pero es que varias semanas después, había “quemado” la cuenta de trading donde había colocado los diez mil euros que con tanto trabajo nos había costado ahorrar, y lo peor, la mentira. Me había prometido no entrar en real sin consultármelo.

Cuando firmamos el divorcio, me confesó que lo había dejado y que estaba acudiendo a un grupo de ayuda de ludopatía. Y que por favor le diera una nueva oportunidad.

Por ahora, yo sola puedo con los gastos de la vivienda y la hipoteca, estoy trabajando algunas horas extras y he alquilado la “room center trading” a una estudiante que me ayuda con los gastos y a ir reponiendo los ahorros. Así, al menos tengo paz.