Test de embarazo positivo encima del lavabo. Dos rayitas que te cambian la vida, tu manera de ver el mundo y tu forma de pensar en un segundo. Te hacen ver cual pitonisa con su bola de cristal un futuro en el que ya no solo vais a ser dos, si no tres o cuatro… será uno, serán dos, serán mellizos, será niño, será niña, tendrá mi color de ojos, tendrá sus labios…

Las embarazadas cometemos un error garrafal, echémosle la culpa a las hormonas, a nuestras ilusiones o a nuestra cabecita, como queráis; la cuestión es que desde el momento en el que tenemos el positivo no lo vemos como un proceso biológico difícil y fascinante, si no ya nos vemos con el bebé en brazos visualizando nuestro futuro. Pues no señoras, esto no es lo más sano ya que no siempre todo cuento de hadas tiene su final feliz.

Me gustaría dejar plasmada mi historia ya que me he vuelto loca buscando y leyendo experiencias incompletas que, aun compartiendo dolor, cada caso es único y diferente.

Soy una chica de 30 años, sana, no fumadora, cero drogas en el cuerpo, casi ni siquiera de las que mandan los médicos para quitar el dolor de cabeza, deportista y siguiendo a rajatabla una alimentación saludable por puro placer. Me quedé embarazada en pleno confinamiento casi sin darme cuenta, sin planificarlo, sin tomar tropecientas pastillas de ácido fólico ni refuerzo para una ovulación más eficaz, NADA DE NADA, me quedé embarazada porque así lo quiso la naturaleza y el destino. Me costó mucho aceptarlo, porque no ha sido un embarazo fácil, al contrario, he padecido los peores síntomas que se pueden tener: dolor de ovarios, náuseas, mareos, cansancio extremo, cero ganas de comer, ascos a todo tipo de comida, dolor de pecho, infección de orina, pérdida de peso descontrolada cuando se supone que es al revés, y en vez de perder tenía que engordar. Un sinfín de síntomas al que se le puede añadir un descontrol de hormonas tremendo que me hacía parecer una persona con diferentes personalidades al mismo tiempo. Aun así, poco a poco fui cogiéndole apego a esa lentejita que crecía dentro de mí, que, aunque no fue buscada, fue hecha con todo el amor del mundo entre dos personas que se quieren bien.

Empezaron los controles médicos y pudimos ver a ese embrión siendo solo una simple bolita esperando para ser alimentada y poder convertirse en un precioso bebé. Llegó la semana 12 y con ella esa temible ecografía tan importante en dónde se miden tantos parámetros y estadísticas que para ti suenan a chino, pero para tu bebé son tan importantes tenerlos dentro de la media. ¿Os creías que todas esas puntuaciones iban a estar perfectas y nos íbamos a ir a casa felices y esperando para ver de nuevo a nuestro bebé en la siguiente eco? ERROR; la vida nos tenía preparada la prueba más dura que hasta ahora hemos tenido que afrontar. Todos los parámetros salieron disparados, y cuando digo TODOS eran todos, no había ni uno de ellos que entrará dentro de la normalidad estadística.

Intuición, intuición de madre la llaman. No conformes consultamos una segunda opinión y la sorpresa fue que no todo era tan malo como nos lo habían pintado. Un pequeño rayito de esperanza. Nos tocó pasar por muchas pruebas médicas, una biopsia de corion que ha sido una de las peores experiencias que he podido vivir, desagradable y muy dolorosa. Pero fue fundamental para descartar problemas genéticos y crosomopatias.

No entendíamos nada, éramos dos personas totalmente sanas, sin enfermedades graves en la familia, como bien se había visto en las pruebas todo estaba correcto. El bebé era una NIÑA, una niña con un problema que a priori todo apuntaba a un simple error de maduración y desarrollo, tenía a medio formar una parte de su pequeñito cerebro. Cero esperanzas a que se desarrollase más adelante. No hubiese pasado nada si hubiera sido en una mano, en un pie, en una orejita, pero siendo en un órgano vital la cosa pintaba chunga. Por todo lo demás la niña perfecta, unas piernas largas como las de papá, unos labios redonditos como los de mamá, unos órganos internos fuertes y funcionando a todo trapo, y un corazón minúsculo latiendo a mil por hora al contrario que el nuestro, del que poco a poco caía un pedacito roto cuando veíamos que su vida se nos escapaba de las manos, cuando veíamos que no nos daban más detalles, que en esos cuatro meses y medio de esperas, consultas médicas, ecografías, pruebas inconcluyentes y  miradas de pena no nos quitaban ese dolor y esa sensación de no entender nada. Nos interesamos por su futuro, por cómo podría afectar esa malformación a su vida y aquí fue donde nos rompieron del todo el corazón. No sabían decirnos si el embarazo llegaría a término, si nacería viva, la afectación a nivel cognitivo y motor que podría tener…. Lo único claro que nos pudieron decir es que al estar el problema en el cerebro la afectación iba a ser muy grave.

Mil dudas en ese momento, cientos de pensamientos pasando por nuestra cabeza sin rumbo ni sentido, pero cierto es que teníamos los dos muy claro por mucho que doliera, que no estábamos preparados para traer a nuestra niña al mundo con tan pocos detalles de cómo iba a ser y sin siquiera saber si hubiera sobrevivido al parto. Llamadnos cobardes, pero no podíamos soportar más dolor.

Es imposible describir con palabras lo que se siente al tener que tomar la dura decisión de interrumpir el embarazo después de sentir moverse a tu niña dentro, después de haber visualizado un futuro en el que el amor se multiplicaría pasando de ser de dos a tres.

Después de llevar en el vientre a esa niña de 17 semanas de vida, de verdad creedme, que es indescriptible, pero tengo que decir que se queda en el cuerpo una sensación de paz al creer estar haciendo las cosas bien.

Habrá personas que nos apoyen, que nos entiendan y otros que no, pero al fin y al cabo la vida es nuestra y nosotros decidimos como queremos vivirla. Esta situación hubiera sido muy distinta si en ningún momento nos dicen el problema de la niña. Os puedo asegurar que nos hubiéramos dejado la vida en cuidar de ella y darle todos los cuidados necesarios para proporcionarle la mejor calidad de vida posible; pero el destino quiso hacernos saber que las cosas no estaban bien, que dejaba en nuestra mano esta dura elección.

Es una historia dura que por desgracia nos ha tocado vivir al igual que a muchas familias, con rabia escribo este post, por favor dejemos de esconder estas cosas, démosles visibilidad, pasan a diario. Aparte de abortos espontáneos y abortos por pura decisión de no querer ser padres en ese momento, también existen interrupciones de embarazo que para nada quieres hacerlo, pero lo haces por amor, por amor a esa personita que llevas dentro que sabes que ha venido al mundo a ser una estrella de luz.

El cómo se nos queda el cuerpo y el alma después de pasar por este proceso me lo guardo para más adelante, aun no estoy curada, pero me despido dejándoos un mensaje que a mí me dieron en un momento clave: LAS PEORES BATALLAS ESTÁN HECHAS PARA LOS MEJORES GUERREROS. Ánimo.

ANÓNIMO