El mejor sexo empieza a partir de los 40, lo tengo claro. Lo de que el sexo disminuye con la edad es un mito, un bulo. Algo que, si se hace realidad, es porque te lo crees siendo mentira. Los más jóvenes no se pueden apropiar de todo, ¡hombre, ya!: de la piel tersa, de aguantar hasta por la mañana al salir de fiesta, apuntarse a todo sin tener un duro y tener el mejor sexo. ¡Ya basta!

Con mis más de 40 palos, he dejado atrás las ansias de tocar piel y genitales para correrme viva cuanto antes. He dejado atrás el desconocimiento de mi cuerpo y la inexperiencia de mis parejas sexuales, y me he centrado en un sexo lento, consciente y sosegado que me da orgasmos más intensos ¡y más largos! En lo que a folleteo se refiere, estoy en mi mejor momento.

Adiós a los orgasmos de trámite, de esos de quitarse las ganas como medio se puede. Ahora me vienen que me deshacen entera, los siento en todo el cuerpo y me tumban del gusto. Hasta el punto de que evito sentarme en la cara de él porque me da miedo caer, no poder levantarme y ahogarlo entre carnes en pleno trance.

orgasmo

Madre mía, si es que estoy pa comerme

A los 20 revisaba fotos de cuando tenía 15 y me veía peor. A los 25 me veía peor que a los 20, y a los 30 peor que a los 25. En algún momento de la treintena, decidí que no iba a vivir en ese bucle infinito de no gustarme. No quería mirar atrás y sentir que me he llevado parte de mi existencia viviendo a medias, por querer ser alguien que no soy. Cambié incluso la manera con la que me hablo a mí misma, porque el lenguaje crea mi propia realidad: no soy cualquier chica con “caderacas” y culo gordo. Soy una puta diosa venerada en un templo maravilloso, que es mi propio cuerpo, y es lo que me permite sentir y vivir.

¿Os imagináis el impacto que esa transformación tiene en la cama? ¡Es brutal! Pasas de apagar la luz para que no se te vea la celulitis a cabalgar sin temor a que se noten los pliegues de la espalda. Olvidas los complejos y te centras en el momento y en tu propio placer. Y te aseguro que, si te dejas de historias y te dedicas a disfrutar, ¡disfrutas! Eso sin contar cómo se proyecta eso de sentirse atractiva: ligo más 40 que con 20, ¡os lo juro!

Pasarme los prejuicios por el arco del triunfo también me llevó a vivir el sexo sin tabúes. Me recuerdo de jovencita queriendo algo que no llegaba a pedir porque “Oh, Dios, ¿qué va a pensar este chico? Dirá a todos que soy una guarra”. ¿Ahora? Ahora me permito ser tan lasciva, obscena y viciosa como me dé la gana. Y también es muy beneficioso dejar atrás la hipocresía del “Ay, sácamela más para adentro” para pedir, sin tapujos, que te den fuerte y flojo.

Y no solo cuando hay otra(s) persona(s) involucrada(s), sino en momentos incluso más importantes: cuando estás a solas contigo misma. Yo me he rayado pensando en que me masturbaba con demasiada frecuencia, o con que es inmoral hacerlo y mucho más hablarlo abiertamente. Ahora siento que me conozco, sé lo que me gusta y lo que no, y lo hablo con frecuencia. Los encuentros con mis amigas, entre otras cosas, son un foro de sabiduría que nos ayuda a mantenernos curiosas y activas.

El orgasmo no es el objetivo

¿Sabéis que es transformador también? Dejar de perseguir el orgasmo como locos. Eso también es muy propio de la juventud. Las ansias por vivir experiencias intensas de la veintena se van sosegando poco a poco. Pierdes el foco del resultado y lo diriges al proceso, que es muy placentero por sí solo.

A los 25 no me habría planteado usar un juguete sexual, ni sola ni en pareja. Ahora los uso para mucho más que para buscar los orgasmos aliviadores del Satisfyer: son verdaderos instrumentos de exploración. Tengo el combo perfecto: el deseo sin prejuicios, la experiencia, la creatividad y juguetes que actúan como aliados. ¿Cómo no se va a disfrutar así?

Amigas, de verdad: poneos a ello. Que yo sé que la vida sexual decae porque una no encuentra el momento, porque hay casa, niños, trabajo, problemas de convivencia y otras muchas preocupaciones. Pero hay que redescubrir el placer, porque la vagina pierde elasticidad y en el pene se incrementan los riesgos de disfunción. ¡Riega la mata para que no se seque! Porque entonces sí tendremos esa profecía autocumplida de que el sexo acaba a los 40. ¡Y nada más lejos!