Pensamos que el acoso laboral se produce únicamente por parte de los jefes hacia los empleados. Todos hemos tenido ese jefe cabrón, esa persona que nos hunde la vida y nos amarga la jornada laboral.

Pues… también existe acoso laboral a los superiores. Los jefes también tenemos sentimientos. 

Estaba felizmente trabajando de jefa de departamento en una gran empresa, y por causas ajenas a mí (llamado Coronavirus… ¿os suena?), me quedé sin trabajo.

Estuve en paro menos de un mes. Una amiga me dijo que en su empresa estaban buscando personal. No me hacía mucha gracia la idea, ya que era una empresa del mismo sector y tenía ganas de probar otras cosas. Pero estando en mitad de una pandemia mundial no me parecía mala idea intentarlo. Me postulé para la vacante. Hice la entrevista con el Director. Ni yo le gusté a él, ni él me gustó a mí. Yo quería algo estable y la empresa me ofrecía algo temporal. Yo venía de un cargo de responsabilidad y aquí me ofrecían empezar de cero. Además de estar a una hora de camino de mi casa. Pero mi currículum era bastante bueno.

Me cogieron. Y decidí aceptar el trabajo mientras buscaba otra cosa. Viviendo sola no me podía permitir rechazar la oferta. Mejor eso que nada.

¿Hay algo peor que entrar en una empresa con el cartel de “enchufada” en la frente? Os lo digo: Sí. Cuando tienes ese cartel y el de “ella era jefa en su anterior empresa, nos viene a quitar el trabajo”.

Desde el minuto uno, empezaron los comentarios, los rumores, las difamaciones… Personas que no me habían visto ni la cara me ponían a parir. Iba a trabajar a disgusto e incluso en algún momento estaba deseando inconscientemente que no me renovasen para dejar de trabajar con tanto cabrón. 

Abrieron una promoción interna para ser jefe de departamento.

Decidí presentarme, ya que cumplía las premisas que la empresa lanzó. Nos presentamos muchos. Hice las entrevistas que me exigieron. Me cogieron. ¡Sorpresa!, empezaron a odiarme más.

La situación empeoró; grupos de WhatsApp paralelos, comentarios de que me había tirado a mi jefe, conspiraciones ocultas, trampas, poner piedras en el camino, que cuestionen o comenten hasta los minutos que he tardado en ir al baño a hacer pis…

Es muy difícil ir a trabajar diariamente sabiendo que te odian. Estando alerta en todo momento sabiendo que todo lo que digas, hagas o pienses posiblemente será utilizado en tu contra.

Es una pena que muchas veces intentemos boicotear los éxitos de otros de esta manera. En vez de intentar mejorar nosotros y brillar más, preferimos apagar la luz de las otras personas y cuestionar todo el rato “qué tiene él que no tenga yo para estar ahí”.

Esa competencia insana, esa inseguridad, ese veneno, ese miedo… destruye a la persona que lo siente, pero también destruye a la persona contra la que lo descarga.

Finalmente llevo más de dos años en esta empresa. Siendo jefa de departamento. Siendo odiada. Y yendo al psicólogo.

Altea.