Seguro que a muchas nos ha pasado que, al crecer, nos hemos dado cuenta de qué nos parecemos más a las villanas que veíamos en Disney y no tanto a sus perfectas y refinadas princesas. Al menos a mí me ha pasado.

Exceptuando la parte de matar cachorritos, Cruella de Vil, claramente, es mi animal espiritual. Esa mujer haciendo lo que le da la gana, con el pelo de colores, con abrigos voluminosos, las uñas de gel y que odia a los niños. ¡Esa soy yo!

Pero, con quién más parecidos me he visto es con Úrsula. Esa mujer con sobrepeso, empoderada, que contornea sus caderas al son de la música sin pudor alguno. Que tuvo que marcharse a vivir su vida a la periferia y que engaña a una niña pija y tonta que arriesga, literalmente, toda su vida por salir a la superficie en busca de un amor platónico… ¡ESA MUJER SOY YOO!

Además, la Úrsula de Disney es incluso piadosa, puesto que el hechizo que le hace a Ariel es bastante más light… En el original, la princesa siente mil alfileres en las plantas de sus pies al andar (y aun así acepta el trato, ¡hay que ser cabezona!)

Úrsula es todo a lo que quiero llegar en cuanto autoestima. Lástima que el príncipe Eric no la supiera apreciar en su perfecta y auténtica forma… Y se viera obligada a transformarse en otra para agradarle. Pero no la juzgo, tenía que amañar el trato con Ariel. ¡La princesa era extremadamente afortunada! ¿Quién hubiese adivinado que en las condiciones de las que partía acabaría enamorando a un príncipe?

Úrsula es una mujer de negocios. Tenía que asegurarse de que su trato no se viera truncado por unos cánones patriarcales. Esos cánones que hacen que una niña que no sabe usar un tenedor y tampoco puede expresar su opinión, acabe agradando a un príncipe porque… Bueno, porque es mona.

Está claro que el cuento cambia según cómo se cuente la historia… Y cuando se hizo La Sirenita no había muchas feministas dirigiendo.

¿Tú eres más de Úrsula o de Ariel?