Cuando era pequeña soñaba con ser muchas cosas, cantante, profesora, médico… supongo que como todos los niños cuando son pequeños.

Nunca fui un coco en el colegio, me costaba mucho aprender, no era capaz de memorizar con facilidad y me echaba muchas horas estudiando para poder sacar notas bastante mediocres. 

Siempre me gustó mucho la música y en los idiomas iba mejor, pero no destacaba por ser de las mejores.

Cuando tuve que decidir a qué quería dedicarme y qué camino escoger no lo dudé nada. Enfoqué mi bachillerato a las letras y saqué la selectividad con una nota más que suficiente para entrar en la carrera que yo quería.

Siempre me habían gustado mucho los idiomas y desde el momento en el que descubrí el francés en el instituto, dejé de interesarme por el inglés. Así que como era de esperar me matriculé en una filología.

Conseguí marcharme del pueblo que tanto daño me había hecho y me fui a la ciudad que siempre había deseado irme. Hice amigos y por el camino descubrí que podía hacer lo mismo pero con niños más pequeños, así que además de la filología hice magisterio con la misma mención.

Cuando empecé a estudiar las cosas en mi casa no estaban bien de salud así que tuve que ponerme a trabajar si no quería dejarlo todo y marcharme de vuelta al pueblo. Y como era lo que soñaba, me puse a ello. 

Estuve trabajando en turnos que llegaban hasta las 2 y las 3 de la mañana durante la semana y turnos de noche los fines de semana durante casi 9 años.

Fueron años muy duros para mi, el trabajo lo necesitaba pero era un infierno del que no veía salida, aún así, de allí salieron amistades de las más fuertes que tengo y personas que se convirtieron en mi familia, literalmente.

Siempre saqué tiempo para salir un poco cuando podía, estudiar, ver a mis amigos, tener pareja, ir a clase…

Un día, vi a una compañera de la carrera en mi trabajo, se acercó y me avisó de que ese año salían oposiciones de mi especialidad. Llevaban sin salir desde hacía 7 años, no podía desaprovechar la oportunidad y aunque no había tenido tiempo de conseguir ni siquiera el temario, me presenté mientras terminaba mi trabajo de fin de carrera. 

Obviamente no aprobé. Pero entré en listas y al poco tiempo de empezar el curso me llamaron para hacer una sustitución. Yo sabía que si entraba podría irme de ese trabajo y empezar a vivir la vida que siempre había querido. En cuanto sonó el teléfono hice la carta de renuncia y me fui a llevársela a la que entonces era mi jefa con lágrimas en los ojos. Me fui feliz pero con una milésima de nostalgia de los años que había pasado allí con mucha gente maravillosa y otra…no tanto. Con muchos muchos recuerdos que se quedan para nosotros.

Y al día siguiente, empecé a levantarme a la misma hora que antes me acostaba. Sufría de insomnio desde hacía muchos años y empecé a dormir plácidamente 8 horas seguidas. Dejé de vivir en pisos compartidos y me fui a vivir al primer piso que tuvimos mi ya marido y yo. En 2 años conseguí aprobar la oposición y sacarme la plaza a 15 minutos de mi casa.

Tuve suerte, muchos están muchos años intentándolo con todas sus fuerzas y el sistema injusto que tenemos no se lo permite. Otros compaginan el estudio con ir a trabajar muy lejos de su casa, recorrer muchos kilómetros y alejarse de sus hijos. Otros, tienen cargas familiares y no pueden estudiar todo lo que quisieran. Las situaciones son tan sumamente variadas que es inútil intentar explicarlas todas.

Lo que nunca creí que me pasaría después de todos estos años es tener que justificar cada día que tengo libre, cada vacaciones de Navidad, cada puente y cada mes de verano.

Me gustaría decir que tengo suerte, pero no es verdad, no tengo suerte. Tengo simple y llanamente lo que me he ganado con esfuerzo. He tenido que renunciar a muchas cosas, he estudiado mientras otros tomaban cerveza en una terraza, trabajado mientras otros estaban bailando en una discoteca y he dejado de dormir para poder pagarme mis sueños. No he tenido suerte. He tenido esfuerzo, dedicación, conformismo y mucha mucha perseverancia. Como muchos trabajadores de este país. No soy mejor ni peor que nadie. 

Sin embargo, el resumen es que tengo muchas vacaciones. Y he de deciros, que muchos puentes sirven para ponerse al día, las vacaciones para preparar clases, burocracia…las noches para corregir y no quitarle las tardes a tu hijo, los veranos para seguir pensando en que tus niños no se olviden de lo aprendido y buscar algo que los motive más, las vacaciones de Semana Santa para preparar materiales.

Y diréis si claro, ahora no hacéis más que trabajar…¡pues no..obviamente! 

Pero puedo asegurar que además de todo esto, disfrutamos en familia, paseamos, bailamos, vamos de cena, nos reímos todos juntos en una sala, hacemos planea…tenemos vida! Y la gran suerte que nos hemos ganado de poder disfrutarla.

Y si, en todos los fruteros hay manzanas podridas. En este no iba a ser menos.