Vaya por delante que soy una auténtica fan de MasterChef y no me pierdo una edición, pero lo del último programa me provocó hasta ardores.

Desde siempre son continuos los comentarios hacia Pepe por lo mucho que come, pero lo cierto es que lo hace. Aún así hay cierto tufillo a que él es el típico gordito gracioso y Jordi el guaperas. Pese a todo ello es verdad que todo se queda en algo superficial que no molesta demasiado. Lo que sí ha molestado, y mucho, ha sido el comentario que hizo Samantha en el último programa.

Os pongo en situación. Prueba de exteriores y uno de los equipos se encarga de preparar el postre. Ella, como siempre, supervisa esa tarea. El equipo calcula mal las cantidades y sirven unos platos con mucha cantidad y otros con muy poca. Algo que es totalmente reprochable en un concurso de cocina y que, por otra parte, todos los seguidores de MasterChef estamos hartos de ver. Lo que chirrió fue el comentario/riña de Samantha que dijo algo así como:

¿Este es el plato para los gordos y este para los flacos o cómo va la cosa?

Pero bueno, Samantha, ¿de dónde ha salido eso? ¿Es que los gordos siempre siempre tenemos que comer más que los flacos? Ay, verdad, perdona chef. No recordaba que todos los gordos lo estamos por lo muchísimo que comemos. Y sobre todo dulce. ¡Es que los gordos vemos un postre y nos lanzamos a él cual animal en plena caza!

Yo cuando veo un postre

Sinceramente no creo que Samantha lo dijera con ninguna intención hiriente pero creo que para eso existe la postproducción de un programa que no es en directo. Lo que también creo es que ese comentario no chirrió para nada a ese equipo de postproducción y eso es precisamente lo que me molesta. Vivimos en una sociedad acostumbrada a los comentarios gordófobos. Una sociedad acostumbrada a pensar que el que está gordo lo está porque come y que sólo debe cerrar la boca para cambiar. Una sociedad que ha creado un culto a la comida pero que castiga al que la come y rebaña el plato. Una sociedad que no empatiza con nadie y que premia al que se siente superior al resto. Mira tú qué tontería, premiar a alguien por un físico que es volátil. En vez de premiar a alguien por lo que es y seguirá siendo.

Yo sé que cuando Samantha lanzó ese comentario lo hizo sin pensar. Lo lanzó porque todo esto lo tiene interiorizado. No está bien ser gordo, y mucho menos en televisión. También sé que muchos de los espectadores ni siquiera escucharon el comentario y, si lo hicieron, no se pararon a pensar en todo esto. Al igual que no lo hizo ese equipo de montadores que podría haberlo editado. Muy probablemente incluso el comentario les resultó gracioso. A todos ellos. El problema es que somos muchos quienes nos hemos sentido mal al escucharlo. Porque es un reflejo de lo que vivimos cada día en la calle. Un comentario sin maldad que nos hiere. Nos hiere porque ese comentario es el reflejo de una sociedad de nos machaca día a día. Que no nos deja querernos. Que no nos permite ser libres porque quiere hacernos esclavos de nuestra apariencia. Aunque nuestra apariencia sea algo que nos guste de nosotros mismos.