Para poneros en situación, hace un par de semanas hice una fiesta en casa e invité una buena amiga y su novio, que pasaron la noche aquí porque viven en otra ciudad. Siempre estamos vacilando de guarradas y el sexo no es un tabú, así que al día siguiente nos dijeron medio en coña-medio en serio que lo habían hecho por la noche. Hicimos un par de bromas y mi amiga preguntó “¿y vosotros?”, a lo que mi novio respondió que no, porque era la verdad.

Resulta que mi amiga y su novio pusieron mala cara, como de compasión y pena, en plan “pobrecitos que no follan y nosotros alardeando de lo mucho que lo hacemos”. Es más, al despedirse nos dijeron “hoy follad, eh”, y yo me quedé con la mosca detrás de la oreja.

¿Tan mal visto está que no quiera follar todos los días con mi novio?

Corregidme si me equivoco, pero me da la sensación de que muchas personas consideran que el sexo es la parte central de una relación, y a mi me parece que cada persona tiene su forma de verlo. En mi caso va a rachas, y resulta que ahora mismo nos quedamos bien a gusto dándole al tema una vez a la semana. Hay días que estamos reventados por el trabajo y otros en los que nos apetece ver una serie, abrazarnos hasta quedarnos dormidos o leer un libro cada uno a su bola. ¿Está muriendo la pasión de nuestra relación? Para muchos sí.

El problema de este pensamiento “sexocentrista” es que genera unas expectativas muy altas e inalcanzables para algunos. Inevitablemente empiezas a rayarte pensando “si fulanito folla todo esto y yo follo menos, igual es que me pone poco mi pareja o yo le pongo poco…”. Esto deriva en “y si no le quiero…” o “y si no me quiere…”.

Es como si hubiese que follar todos los días a la semana para demostrar que estás superfeliz en tu relación, y qué queréis que os diga… Follar por follar no es mi pasión. Sí, sé que si me pongo lo voy a disfrutar, pero prefiero que eso surja sólo y no forzarlo sólo para contentar a una sociedad que concibe el sexo como lo más importante.

Hemos pasado de una época en la que no se follaba hasta casarse a una sociedad en la que si no quieres echar un polvo te miran por encima del hombro. Dejad que cada uno lo haga cuándo quiera, cómo quiera y con quién quiera.